Así pues, y desde el respeto habitual para quien crea otra cosa, quizá sea llegado el momento de reclamar, del que pueda darla, una explicación convincente de la "liquidación" de grandes empresas propias que padece este país. Porque de unos años a esta parte, muchas que fueron firmas señeras que encarnaban la "marca Galicia" han cambiado de accionistas e incluso de nacionalidad. Y tiene, esta "emigración mercantil", muy mala pinta.

El señor presidente de esta Xunta ha dicho en alguna ocasión cuando fue interpelado desde la izquierda por ese problema, que el mercado tiene sus reglas, la economía lo mismo y en un sistema como este hay que estar a las duras y a las maduras. Lo que es verdad, pero no lo que se pregunta: se trata de saber por qué, aquí, siempre tocan las primeras y nunca las otras. Porca miseria.

Es evidente que hay una parte de razón, e incluso de lógica, en ese fenómeno mercantil que ahora toca a las empresas como antes a las personas; es que la crisis financiera -y antes otras- pasaron factura a sectores estratégicos gallegos que carecían de reservas operativas y estructurales, y en no pocos casos de preparación para asumir semejante desafío. Todo ello producto además de una visión decimonónica -y más antigua aún- de lo que era necesario hacer como país para salir adelante.

Y no se trata de una acusación o una crítica preelectoral; sólo de la constatación de un hecho imputable, o al menos endosable, a varias Xunta y gobiernos centrales que o cerraron los ojos o no supieron ver las señales de lo que se avecinaba. Y que perdieron, de forma distinta y por razón diferente, mucho capital político que daba vida y juego a la "marca Galicia"·, que hoy está en la estacada o casi a punto de caer.

Hay quien lo niega, claro, por mala conciencia o enfado sectario del todo artificial. Pero existen cosas que ni se inventan. Y para sostener el argumento bastan la buena memoria y una más que regular hemeroteca. Se comprobaría así a título de ejemplo, que Galicia ha perdido el tren de la acuicultura, o al menos los vagones más confortables; que en materia eólica ni siquiera los convoyes de mercancías. Y en sectores como el ganadero y el lácteo, el financiero -con alguna excepción señalada reiteradamente- e incluso el de las infraestructuras, los gallegos en sus consejos de administración desaparecieron, emigraron o son irrelevantes. Podría citarse un número de firmas que hiela la sangre, desde Pescanova hasta Audasa, pasando por R o varias conserveras de pescado o transformadoras de productos lácteos. Por eso algunos dice que no es que Galicia sea diferente: es que a este paso, no será Galicia.