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Piragüismo

Jaimes, hierbas y hospitales

Estoy que no quepo en mí de sano porque, tras una comida frugal con un vaso de su vino Amandi Casa da Torre, probé el licor de hierbas que nos trajo a Jaime López "Capitán" y a mí el probo y feliz jubilado Jaime Rodríguez Vázquez. Con perdón de mi nutricionista, es una maceración e frío de hierbas cogidas por él en sus montes natales de la Ribeira Sacra, allá por Sober, concretamente hierbabuena, menta, melisa, tomillo, romero y hoja de guinda mezcladas según su saber y entender y que él considera un curalotodo, hasta incluso la vejez. Exagera, claro, pero con tan buenas hierbas no creo que mucho, aunque Jaime "Capitán" aún no pudo probarlo porque tuvo un leve achuchón arterial de origen colesterolémico, y estuvo de observación este fin de semana en el Álvaro Cunqueiro, supongo que en Cardiología. Y debo decir, porque no todo van a ser críticas, que viene encantado con la atención recibida desde que llegó hasta que salió. "Fue irreprochable hasta la comida, aunque no me pusieran sal. No sé en otras áreas y otros casos", dice el hostelero.

Medici, más que japonés

Ya sé que era imperdonable pero no había visitado el restaurante japonés OH Sushi en su nueva ubicación de Montero Ríos, 18 en donde también abrieron taberna japonesa. Lo solucioné el jueves pasado, un hermoso día en el que, tras la actuación en Cambados de Woyza, volvimos a Vigo para experimentar las admirables argucias gustativas del amo y cocinero, Andrés Medici, que cuenta en el trato con la gente con la insustituible Ivana Boeni. Ya me lo había dicho Ivana por la mañana en el gimnasio: "Si vas, siéntate en la barra en vez de en la mesa y lo verás en vivo y en directo, trabajando a centímetros de tu boca". Y así hicimos, siendo testigos de cómo él y su ayudante movilizan, cortan, despielan o deshuesan si es menester las piezas que llegan a sus manos. Yo creo que Medici va aún más allá del reino japonés en el uso del pescado, creando un mundo de experimentación propio cuya dimensión es imposible de abarcar en unas líneas. No puedes pensar en ahorrar si te sientas en un taburete de esa barra sobre la que él trabaja porque lo que vas a ver es una lección de cocina y lo que vas a probar una aventura emocional entre chawanmushi, Ebis Furais o niguiris de vieira con caviar de trufa. Yo no sé lo que comí porque lo dejé en sus manos y no llevé bloc de notas ni cámara (no tengo tics de bloguero), pero salí admirado.

¡De Japón a México!

Ya sabéis lo que es el verano en comidas. Gastas lo que no tienes. El jueves tuve cena japonesa en el OH Sushi y el viernes comida mexicana en el Pénjamo y cena en ese hermoso palafito que tiene Mauro sobre las aguas del puerto de San Adrián de Cobres. El Pénjamo tiene la cultura generada por los Chilam Balam de la calle Oporto 7 y Padre Don Rúa del siempre caballeroso mexicano José Manuel Alonso, al que vimos allí en una mesa con los suyos. Está el Pénjamo de Vigo en la calle Laxe pero el de Patos, que lleva también José Curiel, tiene algo incomparable en verano: la terraza, la visión diáfana de la ría y la playa al lado para zambullirse si te has pasado con el tequila sunrise.

Y de México a Galicia por fin

Ese mismo viernes, de noche, cena en el Mauro de San Adrián de Cobres con dos rubias y un acompañante masculino, ahí sobre el mar, en medio de la marina. ¿Qué decir de Mauro que no se sepa? Todo lo cuida con mimo pero yo probé en su terraza marinada unas almejas fritas deliciosas, unas navajas que difícilmente encuentras en su punto como allí y una de sus cazuelitas de arroz, la de vieiras, y di gracias a Dios por el alimento recibido. Amén.

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