No está claro que el agresor reconociera la figura del alcalde, porque el infante apenas levantaba un palmo del suelo, pero el caso es que Pazos, supuestamente sin comerlo ni beberlo, recibió una pedrada sobre la ceja que le dejó muesca para una temporada. Fue durante un paseo por la calle Eugenio Sequeiros y nadie reivindicó el atentado ni la paternidad del niño, un inocente que apunta maneras.
Por estar en primera línea
Más susto que golpe se llevó el trabajador de Emerxencias-Protección Civil que conducía la motobomba que volcó en Darbo. Larga vida a quienes se esfuerzan por el bienestar de los demás.