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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El plan

Pues la verdad es que, dicho con toda claridad, el Plan ese que anuncia Economía para coordinar las infraestructuras y hacer de Galicia una especie de gozne entre Europa, América y África suena bastante -incluso "muy", siendo generosos- bien. Y este antiguo Reino parece preparado para asumir el riesgo, al menos en teoría; lo malo es que, en hablando de planes, hay unos precedentes que podrían inducir a muchos a pensar lo contrario.

Y es que, expuesto sin acritud, la historia reciente demuestra que unos cuantos planes, bien concebidos, se frustraron a la hora de parirlos o a la de ponerlos en marcha. Podrían citarse varios, desde el Plan Forestal de Fraga al Eólico de Pérez Touriño, por no citar el que llevó el nombre del país y que la maléfica ministra socialista Álvarez -de Fomento- definió como "de mierda", descalificativo que aún escuece, antes de cargárselo.

Eso en cuanto a los Planes, porque en lo que respecta a los plazos de ejecución, algunos que se iniciaron llevan más retraso que los antiguos trenes entre Vigo y Santiago, y las sucesivas fechas que para su término dieron diferentes gobiernos, sirvieron aquí como diría el intrépido y vengativo don Mendo "a modo de befa, mofa y escarnio", que describe bastante acertadamente el grado de credibilidad de los administradores y la fe que en ellos tienen los administrados. Aunque, eso sí, hay excepciones, pero escasas.

Ya puestos, y por hablar de coordinación, está todavía en la mente de casi todos aquel intento de establecer normas de sentido común en los aeropuertos, cuando era conselleiro el hoy ex/alcalde de Santiago, y que primero se convirtió en una especie de "dos contra uno", que era Peinador, y que, como consecuencia, acabó al estilo del rosario de la aurora, con el coordinador descoordinando y barriendo para casa y los supuestos beneficiarios, cada uno por su lado.

No se pretende, con el recordatorio, tomar a don Francisco Conde por ingenuo y menos aún a considerarlo, como a alguno de sus colegas anteriores, discípulo predilecto de Antoñita la fantástica. Sólo de insistirle a un hombre cabal, como sin duda es, que no conviene confundir la imaginación con la milagrería ni el culo con las témporas. Y esto de diseñar planes audaces a poco de las elecciones resulta, con franqueza, algo sospechoso.

Expuesto todo ello cabe añadir que ojalá. O sea, que ojalá se cumpliese el plan de su señoría y las presunciones de que parte -la primera, que todo quisque estaría aquí dispuesto a dejarse coordinar- y, en fin, ojalá que Galicia llegase a ser eso con lo que sueña don Paco. Pero será difícil.

¿No...?

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