Pues la verdad es que, dicho con toda claridad, el Plan ese que anuncia Economía para coordinar las infraestructuras y hacer de Galicia una especie de gozne entre Europa, América y África suena bastante -incluso "muy", siendo generosos- bien. Y este antiguo Reino parece preparado para asumir el riesgo, al menos en teoría; lo malo es que, en hablando de planes, hay unos precedentes que podrían inducir a muchos a pensar lo contrario.
Y es que, expuesto sin acritud, la historia reciente demuestra que unos cuantos planes, bien concebidos, se frustraron a la hora de parirlos o a la de ponerlos en marcha. Podrían citarse varios, desde el Plan Forestal de Fraga al Eólico de Pérez Touriño, por no citar el que llevó el nombre del país y que la maléfica ministra socialista Álvarez -de Fomento- definió como "de mierda", descalificativo que aún escuece, antes de cargárselo.
Eso en cuanto a los Planes, porque en lo que respecta a los plazos de ejecución, algunos que se iniciaron llevan más retraso que los antiguos trenes entre Vigo y Santiago, y las sucesivas fechas que para su término dieron diferentes gobiernos, sirvieron aquí como diría el intrépido y vengativo don Mendo "a modo de befa, mofa y escarnio", que describe bastante acertadamente el grado de credibilidad de los administradores y la fe que en ellos tienen los administrados. Aunque, eso sí, hay excepciones, pero escasas.
Ya puestos, y por hablar de coordinación, está todavía en la mente de casi todos aquel intento de establecer normas de sentido común en los aeropuertos, cuando era conselleiro el hoy ex/alcalde de Santiago, y que primero se convirtió en una especie de "dos contra uno", que era Peinador, y que, como consecuencia, acabó al estilo del rosario de la aurora, con el coordinador descoordinando y barriendo para casa y los supuestos beneficiarios, cada uno por su lado.
No se pretende, con el recordatorio, tomar a don Francisco Conde por ingenuo y menos aún a considerarlo, como a alguno de sus colegas anteriores, discípulo predilecto de Antoñita la fantástica. Sólo de insistirle a un hombre cabal, como sin duda es, que no conviene confundir la imaginación con la milagrería ni el culo con las témporas. Y esto de diseñar planes audaces a poco de las elecciones resulta, con franqueza, algo sospechoso.
Expuesto todo ello cabe añadir que ojalá. O sea, que ojalá se cumpliese el plan de su señoría y las presunciones de que parte -la primera, que todo quisque estaría aquí dispuesto a dejarse coordinar- y, en fin, ojalá que Galicia llegase a ser eso con lo que sueña don Paco. Pero será difícil.
¿No...?