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Joaquín Rábago.

Una voz sensata en política exterior

Una de las voces más sensatas en la política exterior europea, marcada últimamente por el miedo de algunos a las apetencias territoriales rusas y el de otros a las ambiciones nucleares de Irán, es sin duda la del jefe de la diplomacia alemana, Frank-Walter Steinmeier.

El dirigente socialdemócrata, menos dado a los bandazos que su correligionario y vicecanciller Sigmar Gabriel, no ha dudado en criticar por un lado lo que llama el "ruido de sables" de algunos países de la OTAN en el conflicto con la Rusia de Putin sino también la ceguera política de Washington en Oriente Próximo.

Steinmeier aprovechó la celebración esta misma semana de una conferencia de paz en Osnabrück, la ciudad alemana que junto a Münster acogió la llamada paz de Westfalia, que en 1648 puso fin a la "guerra de los Treinta Años", para extraer algunas consecuencias de aquel conflicto religioso que desangró a Europa.

En conversaciones con el diario Frankfurter Allgemeine Zeitung, Steinmeier dijo que es imposible entender ambos conflictos, el de entonces y el actual de Oriente Próximo, únicamente en clave religiosa o de guerras internas.

Lo que caracteriza a ambos es la multiplicidad de niveles y de actores: estos últimos van desde los más pequeños, como los kurdos, que tratan de aprovechar la situación para hacer avanzar su causa nacional, o los medianos como Turquía, Arabia Saudí o Irán, que aspiran a la hegemonía regional, hasta los dos grandes actores externos: Estados Unidos y Rusia.

En su intervención en el foro de Osnabrück, recogida por el citado periódico, Steinmeier no se preocupó de disimular sus críticas a la política estadounidense en la región al recordar, por ejemplo, cómo, años antes de que estallara el conflicto sirio, él mismo había advertido a la exsecretaria de Estado norteamericana Condoleezza Rice contra la tentación de incluir precipitadamente a ese país árabe en el "eje del mal".

Entonces todavía habría sido posible mantener al régimen laico de Damasco convenientemente alejado del Irán chií, su gran valedor actual, pero la obcecación estadounidense contribuyó a la escalada del conflicto en 2011 e hizo que Bashar al-Asad se aproximara cada vez más a Teherán.

El dirigente socialdemócrata alemán criticó asimismo el que se permitiera el fracaso en 2012 de los esfuerzos de mediación del entonces secretario general de la ONU, Kofi Annan, al que "mandaron a casa", según Steinmeier, por haber querido tener en cuenta a Asad.

La máxima según la cual hay que bombardear a Asad hasta acabar con él es algo que no resiste a la mínima reflexión: es demasiado alto el precio que habría que pagar por eliminar el único régimen laico de Oriente Próximo.

Lo que ocurre en esa región demuestra además, según Steinmeier, que ni siquiera Estados Unidos es ya capaz de resolver un conflicto como el de Siria según sus intereses exclusivos.

Rusia quiere también hacer valer también los suyos en la región, que responden no solo a su ambición de desempeñar un papel destacado en el tablero mundial, sino al deseo mucho más concreto de conservar su acceso al Mediterráneo a través de los puertos sirios.

Steinmeier criticó además la ligereza de algunos políticos del otro lado del Atlántico que reclaman mayor dureza frente a Moscú y dijo que es fácil expresarse así cuando como se está a tantos miles de kilómetros de distancia.

Desde la proximidad a Rusia, como es el caso de Alemania, las cosas se ven de otro modo. De ahí que el ministro de Exteriores recordase las palabras del fallecido político socialdemócrata Egon Bahr: "Si Estados Unidos es indispensable, Rusia es inamovible".

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