La puesta en marcha del Área Metropolitana de Vigo es una gran victoria de esta ciudad. Capitaneada por su alcalde, Abel Caballero, la ciudad de Vigo ha demostrado la fuerza y la voluntad inquebrantable de este territorio de más de medio millón de personas, consiguiendo que todas las fuerzas políticas hayan asumido el modelo vigués, incluido el reticente Partido Popular de Núñez Feijóo.

El pleno del Parlamento de Galicia acaba de aprobar la reforma de la Ley de Creación del Área Metropolitana de Vigo. El nuevo ente administrativo crea espacios para la planificación, la coordinación y la gestión eficaz de los recursos entre los municipios, contribuye a una mayor eficiencia de las instituciones y nos hace más competitivos como país. Ahora, los ayuntamientos del área viguesa podremos establecer economías de escala y prestar unos servicios públicos más económicos y de mayor calidad para la ciudadanía.

Lamentablemente hemos perdido cuatro años. El 10 de abril de 2012, el Partido Popular de Núñez Feijóo -por intereses estrictamente partidistas, como el tiempo se ha encargado de demostrar- echó por tierra una oportunidad histórica, cambió unilateralmente el modelo del Área, rompió el consenso alcanzado y aprobó en solitario una ley impuesta e injusta, cuyo único objetivo era gobernar Vigo desde fuera.

En 2012, Núñez Feijóo nos quiso imponer, por la fuerza y sin el acuerdo de los agentes implicados, un Área Metropolitana que actuase como plataforma política contra el legítimo gobierno de Vigo. El PP quebró un consenso de años y alteró la representatividad en el gobierno metropolitano, de tal forma que redujo el peso de Vigo, que contaba con un 47% de los votos siendo el 63% de la población del área, a sólo un 7%: un voto entre catorce.

Los socialistas siempre defendimos la necesidad de que todos los Ayuntamientos integrantes del Área estuvieran suficientemente representados en los órganos de gobierno, primando a los más pequeños, con el objeto de conseguir una mayor implicación y participación; pero también reconociendo el peso específico de la ciudad referente, Vigo, como sucede en todas las áreas metropolitanas del mundo. E igualar el peso de 300.000 habitantes al de 3.000 en la toma de decisiones es simplemente injusto y escasamente democrático.

El Área de Núñez Feijóo, un modelo engañoso e injusto, pensado sólo por y para los intereses del Partido Popular, nunca arrancó porque Vigo y sus ciudadanos no consintieron que se les gobernara desde fuera. El alcalde de Vigo, Abel Caballero, la frenó de facto al no acudir al acto de constitución del Área. El PP y otras fuerzas políticas sí asistieron y dieron su beneplácito al modelo, pero aquella Área Metropolitana partidista no echó a andar porque el alcalde de Vigo la paró con su ausencia en dicho acto.

Fue el alcalde de Vigo quien paró aquella ley partidista e injusta y fue el alcalde de Vigo el que consiguió que se reformase, volviese al modelo de consenso y hoy sea ya una realidad. Lo planteó en su campaña electoral y el histórico respaldo ciudadano de mayo de 2015 habla por sí mismo. El inmenso apoyo recabado por el proyecto liderado por Abel Caballero, el sentido del voto de los vigueses y las viguesas en las elecciones municipales de 2015 lo hizo posible.

Fue después de las municipales, el 6 de julio de 2015, y a la vista de la decisión de los ciudadanos, cuando el alcalde de Vigo le expuso a Núñez Feijóo la necesidad de reformar la Ley de Área Metropolitana para que pudiera entrar en funcionamiento. A partir de ese momento, Abel Caballero inició una ronda de contactos con los alcaldes del área y de las localidades interesadas en sumarse, para conseguir una Ley justa y consensuada entre todos los ayuntamientos y todas las fuerzas políticas.

Vigo, su alcalde y los socialistas defendimos siempre que nuestra ciudad, como capital de un Área Metropolitana que aglutinará en el futuro a casi 600.000 personas, debería tener el peso en el gobierno que siempre se había contemplado, un tratamiento propio en la dotación de servicios, similar al de una capital de provincia, además de un planteamiento más racional en determinados aspectos vinculados con el transporte metropolitano y el papel de los ayuntamientos en el mismo.

Solicitamos también que la Xunta de Galicia destinara una partida específica a la financiación del Área Metropolitana de Vigo, ya que no parece lógico que se incentive económicamente la capitalidad de Galicia o la fusión de otros municipios y no se haga lo mismo con la unión de 14 municipios, que en el futuro se prevé que sean 28, pero Núñez Feijóo no lo avaló. Y lo mismo con el tratamiento de capital para Vigo.

Pese a todo, y en resumen, las cuestiones más importantes reclamadas desde Vigo, las que hacen del Área un ente eficaz y con capacidad para mejorar la competitividad de toda Galicia, fueron aceptadas, acordadas y están incluidas en este texto aprobado recientemente. Abrimos una nueva etapa en el gran Vigo y en Galicia. La ciudad, y el proyecto de Vigo salido de las urnas en las municipales de 2015, doblaron el pulso a la Xunta y al PP de Núñez Feijóo, consiguiendo la modificación del Área Metropolitana de Vigo. Perdimos cuatro años, pero bien está lo que bien acaba.

La ciudad de Vigo ha sido extremadamente generosa para permitir que existiera consenso en la aprobación de esta Ley. Vigo cedió en representatividad en aras del acuerdo. El gobierno de Abel Caballero antepuso los intereses de la ciudad y su área a los intereses partidarios.

Pero los socialistas estamos convencidos que el Área Metropolitana de Vigo, como decía el poeta, será "un arma (una herramienta) cargada de futuro", un futuro mejor para sus habitantes y, en suma, para toda Galicia.

*Diputado Socialista en el Parlamento de Galicia - Profesor de la Universidad de Vigo