Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El acierto

Así que, a la espera de que no haya sonado la flauta por casualidad, hay que reconocer como un acierto la unanimidad con la que el Parlamento gallego aprobó la creación del Área Metropolitana de Vigo. La cosa iba de suyo, la verdad, pero no sería la primera vez que los supuestos intereses de partido dejan la lógica a un lado y tiran por vías que después los llevan a lo contrario que suponían y sólo llegan a un desastre electoral. Quizá lo de ahora es que van aprendiendo: ojalá.

La nueva figura, primera de Galicia, significa no sólo un refuerzo para el papel de Vigo, que ostenta la capitalidad metropolitana, en el conjunto del país, sino para todos los demás municipios que conforman el Área. Y, aún más importante, una mejora potencial de los servicios y su eficacia, a la vez que la posibilidad de ahorro de costes. Y todo lo que beneficia a las personas es bueno.

Pero el acuerdo, gestado básicamente -aunque no solo- entre el PP y el PSOE, demuestra que ambos partidos pueden -y hasta deberían- extender su capacidad de diálogo a otras materias y ámbitos geográficos si los electores así lo decidiesen cuando toque. Cierto que casi nada es obligadamente pero la voluntad política puede suplir con ventaja las dificultades que surgen: Alfonso Rueda, vicepresidente de la Xunta y el alcalde Caballero acaban de probarlo.

(Algunos irreductibles de todos los orígenes insisten en que el Área no tiene por qué ser un modelo a imitar para otras facetas, entre ellas la gobernanza del país. Pero lo que sí demuestra es que cuando se quiere se pueden superar dificultades que parecen insalvables y, de paso, que "bien está lo que bien acaba", como dijo con acierto don Abel.

Es verdad que el acuerdo previo en Vigo tiene características propias, entre ellas la mayoría aplastante del PSOE en la ciudad, pero antes de que la obtuviera -o sea, gobernando en minoría como lista más votada-, se hizo entre ambos el "pacto por Vigo" que "desatascó" proyectos importantes y durante un cierto tiempo -desgraciadamente breve- cambió el clima de crispación y enfrentamiento permanente.)

Dicho todo ello, conviene admitir que hay seria -pero basada sobre todo en motivos históricos y sentimientos personales- resistencia en las bases de ambos grupos a la hora de plantear gobiernos de coalición. Pero los dos ejemplos citados, y hasta la votación de la Cámara demuestran que no son necesarios si se acepta que los grandes asuntos se pueden resolver entre todos si no se frivoliza con ideologías de museo y se antepone el sentido de lo común, pese a que es aún más escaso que el otro. Porque lo que está pasando en España no debe repetirse en Galicia. ¿O no...?

Compartir el artículo

stats