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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los tercos

Así pues, y a pesar de que la insistencia pueda ser malinterpretada, no estará de más insistir en un asunto que puede acabar mucho peor de lo que ahora mismo parece: la supervivencia o defunción de la CEG -Confederación de Empresarios de Galicia- y quizá la de sus enfrentadas filiales en cada provincia. Asunto delicado en verdad, pero sobre todo caro porque ahí no hay un duro y han de acudir a los bancos, que no son ONGs precisamente.

La cuestión, dicha con toda crudeza, es si vale la pena el esfuerzo y la inversión. Porque vistos los precedentes, nadie ahí puede presumir de gestión interna ni tampoco de eficacia externa para lograr el que se supone su objetivo principal, que es dinamizar la economía y la actividad empresarial en estas tierras. Y para demostrarlo no hay más que ver cómo está el patio. Y la hucha, por supuesto, donde lo único que abunda son las telarañas.

En realidad, y aunque eso siga siendo sólo una opinión personal, la crisis de las organizaciones empresariales gallegas no se diferencia demasiado de la situación en la que están las sindicales aquí. Con hemorragias de afiliación y un déficit crónico de financiación que ha llevado a varios escándalos notables, aunque por lo que se sabe de momento no comparables a los de otras comunidades. Y lo más grave resulta su inadaptación a los hechos.

Y es que, como ya advirtiera el clásico, el déficit en la capacidad para acercarse a lo que sucede, entenderlo y asimilarlo, es más funesto en lo público que en lo privado porque afecta a un colectivo muy amplio. Y como los hechos son tercos, no tenerlos en cuenta, o hacerlo de modo equivocado provoca daños demasiadas veces irrecuperables. Y en eso andan patronal y sindicatos.

Conste que cuanto queda dicho no significa la descalificación global de esas organizaciones ni una negativa rotunda a su utilidad, pero es evidente que las circunstancias y los tiempos nuevos exigen una reforma cuando no una refundación de muchos de los conceptos que asientan en el pasado las actividades de una y otros. Porque si no adaptarse es morir, hacerlo en mal momento equivale a una larga y dolorosa agonía.

Item más. A la tozudez de los hechos se une la terquedad de muchos de sus protagonistas, empeñados en actividades que nada tienen que ver con su papel. En concreto la política -con minúscula-, partidaria cuando no sectaria. Es más disimulada, a veces, entre el empresariado, pero las centrales no se cortan un pelo a la hora de definir sus preferencias incluso electorales. Por eso están como están unos y otros y también por eso casi nadie alcanza a ver una solución, a los perjuicios.

¿Eh...?

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