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Ilustres

Manuel Parada, de Estevesiños,, jesuita, escritor y monseñor romano

Leyendo la interesante edición que ha realizado Antonio Astorgano Abajo, del diario del viaje que Nicolás Rodríguez Laso hizo por Francia e Italia en 1788 (Institución Fernando el Católico, Zaragoza, 2006. 751 pgs) me encuentro con un personaje de Ourense que fue escritor y que no veo citado e ninguno de nuestros diccionarios biográficos de escritores. Se trata de Manuel Parada y con curiosidad le sigo un poco la pista a través de las pocas referencias bibliográficas sobre él que localizo intentando recomponer su biografía y devolverlo a nuestra memoria.

Nos movemos en una época interesante y contradictoria, es el momento de lo que llamamos Ilustración que en España vive una minoría culta de nobles, clérigos y funcionarios reformistas, críticos moderados con aspectos del vivir y pensar tradicional y buscando abrir puertas a ideas políticas liberales y mejoras técnicas en la agricultura y en la industria. Se distinguen varias etapas de la ilustración dentro del siglo XVIII que en la primera tiene como personaje más importante a nuestro Padre Feijoo. La Ilustración llegará a su mayor apogeo durante el reinado de Carlos III siendo algunos de sus ministros promotores de leyes que buscaban elevar el nivel económico y cultural del país. Nacen las principales academias y otras instituciones como el Jardín Botánico y el Gabinete de Historia Natural, también nuevas instituciones de Enseñanza como el Colegio de Cirugía o la Escuela de Ingenieros de Caminos y en toda España las Reales Sociedades Económicas de Amigos del País, preocupadas por hacer eficaces y cercanas las reformas con la difusión de las llamadas "ciencias útiles" para aumentar la producción agrícola o introducir pequeñas industrias artesanales. Con Feijoo otros nombres importantes de este momento son Jovellanos, Moratín, Campomanes, Floridablanca y otros muchos entre los que se encuentra el Nicolás Rodríguez Laso, nacido en Salamanca en 1747 y fallecido en Valencia en 1821, que aunque inquisidor, cargo entonces aún con prestigio social pero sin truculentas actuaciones, Rodríguez Laso ejerció dando imagen de un culto bibliófilo de mentalidad ilustrada y amplias relaciones sociales.

Con motivo de haber sido nombrado su hermano, Simón Rodríguez Laso, rector del Colegio de San Clemente de Bolonia (1788-1821), ambos hermanos realizaron un viaje a Francia e Italia desde el 15 de mayo de 1788 hasta el 15 de junio de 1789, que es relatado en el Diario que recoge los incidentes y cosas memorables que ve, Diario que anota en Roma la presencia de nuestro Parada con el que se entrevista el 11 de noviembre de 1788: "por la tarde vino a vernos monseñor Parada, camarero secreto del Papa que fue jesuita y con permiso del señor Conde de Floridablanca, entró a servir de gentil-hombre a Su Santidad cuando era Cardenal. Es natural de Galicia y después que acabó sus estudios le enviaron a Indias". Y de nuevo el 15 de noviembre: "Por la mañana fuimos con monseñor Parada a ver al Padre general de los Dominicos, Quiñones, al maestro Cebrián, aragonés y al maestro Peñarrubia, natural de la Minglanilla en la diócesis de Cuenca que están en el convento de la Minerva".

El diario es, en buena parte, una crónica de la vida de la embajada de Roma durante el invierno de 1788-1789, del embajador Azara, y de los amigos comunes, el futuro cardenal Antonio Despuig y el pintor aragonés Buenaventura Salesa en cuya sociedad tenía prestigio e influencias Manuel Parada.

Recordemos también como otro hecho "marco" para explicar esta presencia romana de nuestro exjesuita: la expulsión de los jesuitas de España de 1767 ordenada por el rey Carlos III bajo la acusación, falsa, de haber sido los instigadores de los motines populares del año anterior, conocidos con el nombre de Motín de Esquilache. Seis años después en 1773, el monarca español consiguió con el apoyo de las otras monarquías borbónicas que el papa Clemente XIV suprimiera la Compañía. Al ser expulsados de la península y de los territorios americanos de la Monarquía, tuvieron que buscar la acogida que les brindaban los Estados Potificios y algunas naciones como Rusia. Seguían siendo jesuitas porque les vinculaba su profesión y algunos en medio de grandes estrecheces e incomodidades lo siguieron siendo hasta la muerte. Otros más oportunistas, como es el caso de Manuel Parada, se secularizaron es decir entraron a formar parte del clero secular con la posibilidad de lograr empleos y beneficios.

Nació Manuel Parada en el pueblo de Estevesiños, en la comarca de Monterrei, territorio al que pertenece Mixós con su iglesia prerrománica que era la iglesia parroquial con la pila bautismal, todavía en ella conservada. Modernamente se construyó un nuevo y anodino templo parroquial. En esta parroquia fue bautizado nuestro personaje y su partida de Bautismo aclara dudas sobre la fecha de nacimiento, que han tenido los que han escrito de él. Dice así: "En 10 de febrero de aquel año de 1733 Jacinto Cid Babarro cura propio de esta iglesia de San Andrés de Estevesiños suplí las ceremonias que manda el ritual y puse los santos óleos a un niño que nació el día dos de dicho mes hijo legítimo de Santiago de Parada y de su mujer Paula da Rúa vecinos de esta feligresía al que por necesidad que ocurrió había bautizado don Manuel da Rúa, presbítero y vecino de Vences que también le tuvo en las ceremonias, púsele por nombre Manuel. Advertile el parentesco espiritual y más obligaciones contraídas y para que conste lo firmo dicho día mes y año de arriba". (AHDOurense 43-03-03. Fol 17)

Por ella queda claro que nació el 2 de febrero de 1733, sabemos su segundo apellido De la Rúa y que nació prematuro o con problemas que obligaron a bautizarlo de socorro, supliéndose luego de modo solemne las otras ceremonias del rito bautismal.

No llevan el Don delante el nombre de sus padres por lo que no pertenecían a la nobleza sino que serían acomodados labradores, familia en la que no faltaban eclesiásticos como el tío que le bautizó y que les permitió que Manuel estudiara.

Colegio de Monterrei

No cabe la menor duda de que la vocación jesuítica le nació a Manuel por el Colegio de los Jesuitas de Monterrei de tanta influencia en la zona, y tan inmediato a su casa, y donde es previsible que comenzara sus estudios.

Se fundó en 1556, con aprobación del propio San Ignacio, y era el primer centro de los jesuitas en Galicia. Se funda por voluntad del III Conde de Monterrey, D Alonso de Zúñiga y Acevedo Fonseca y se puso bajo la advocación de San Juan Bautista. Fue importantísima su labor cultural y en él se pretende hasta que estudió Cervantes y donde desde luego tuvo una gran importancia el teatro como medio educativo y contó con una valiosa biblioteca. El Padre Evaristo Rivera Vázquez es el más importante estudioso de la Historia de la Compañía de Jesús en Galicia y remito a sus obras para saber más de este centro, entre otras el libro El sorprendente colegio de Monterrei, Madrid, 2006. Por desgracia del Colegio no quedó nada, ocupando el solar del mismo el Parador de Turismo. En la Iglesia se conservan algunas imágenes como los relicarios de San Ignacio y San Francisco Javier que proceden del Colegio.

Manuel Parada jesuita

No podemos decir por el momento mucho de su formación que se realizaría en las instancias propias de la Compañía y que debió de ser cuidada como lo era entonces por la combativa institución ignaciana. Y de la valía de nuestro paisano en lo intelectual tampoco caben dudas ya que destacó como profesor acreditado en el Colegio de Caracas, siendo el último antes de la expulsión.

Fuente de muchas informaciones de este momento dramático para la Compañía, y de sus miembros es el Diario que escribió el P. Manuel Nicolás Luengo Rodríguez natural de Nava de Rey en Valladolid Luengo, que estando destinado en el Colegio que tenía la Compañía de Jesús en Santiago comenzó a escribir el Diario, una obra a la que dedicaría su vida en el destierro y que configura un total de más de sesenta volúmenes, divididos en cuarenta y nueve años que abarcan desde 1767 hasta 1815, año en el que volvería a la España de la Restauración y en la que moriría a la edad de 82 años.

Parada y sus compañeros de comunidad fueron embarcados en virtud del decreto de Expulsión en la Guayra el 11 de julio de 1767 rumbo a Cádiz. Desde aquí serían conducidos a los Estados Pontificios.

Monseñor romano

Vistas las circunstancias, nuestro jesuita decidió cambiar la orientación de su vida, viendo que los jesuitas expulsos no gozaban de muchas consideraciones, y ello demuestra que si no era un trepa, si era una persona con aspiraciones, cualidades y decisión.

Decidió secularizarse y establecerse en Roma y consiguió, sería muy curioso saber el cómo, caerle en gracia a un personaje influyente ya que logró ser nada menos que ayudante del cardenal Gianangelo Braschi, defensor de la Compañía de Jesús, frente al Papa que la abolirá. Braschi nacido en Cesena de noble familia en 1717, entonces era tesorero de la Cámara Apostólica, una especie de Ministro de Finanzas. Clemente XIV el 26 de abril de 1773 lo hizo cardenal. Y a la muerte del papa en el Cónclave convocado en Roma y que duro el 5 de octubre de 1774 al 15 de febrero de 1775 resultó elegido su sucesor en la cátedra de Pedro tomando el nombre de Pío VI.

El afecto generoso con Parada se tradujo en darle el título de Monseñor y hacerlo su camarero secreto, cosa que hizo escribir al citado Padre Luengo esta observación un tanto decepcionada: "esto en unos tiempos, en que para los que han sido jesuitas no hay nada más que desprecios, ignominias, trabajos, miserias y cruces".

Que era alguien en aquella Corte Romana son las visitas y referencias de Laso que hemos comenzado citando y que dan pie a este nuestro "descubrimiento" de Manuel Parada. Era un visitante de excelencia que seleccionó cuidadosamente sus compromisos.

Parada escritor

Hay noticia de dos libros suyos que sin embargo no he localizado, y creo que quedaron manuscritos. Da noticia de ellos José DEL REY FAJARDO. Bío-bibliografía de los jesuitas en la Venezuela colonial. San Cristóbal-Santafé de Bogotá (1995) 571-572.

El primero: Disertaciones varias teológicas sobre las materias más discutidas de dogma y moral.

Y la Traducción de la obra del Dr. Bolgeni sobre la caridad o amor de Dios con correcciones y añadiduras, que parece "Envió a Madrid para que se imprimiera".

La edición en italiano de esta obra se editó en dos volúmenes: Bolgeni, Giovanni Vincenzo. Della caritá o amor di Dio / dissertazione di Gianvincenzo Bolgeni; divisa in quattro parti con una appendice; Roma: nella stamperie Salomoni, 1788. Estando Parada en Roma y quizá la tradujo por conocer y tratar al autor.

Falleció Manuel Parada en Roma el año 1802. Y estos tan parciales datos son los que he podido reunir deseando que puedan servir para que otras investigaciones los amplíen, pero al menos me alegro de que sirvan para añadir a este personaje a la nómina siempre interesante de los ourensanos ilustres.

*Delegado de patrimonio de la diócesis y archivero de la Catedral.

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