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El dilema de Sánchez

Cuando lean estas líneas, es probable que se sepa cual es el veredicto del comité federal del PSOE ante la política de pactos a adoptar, tras las elecciones de hace dos semanas. Si no hay sorpresas de última hora, el máximo órgano de dirección socialista expresará una negativa clara a propiciar un Gobierno del PP. La cuestión radica en si ese NO será definitivo.

Y es que el atribulado líder del PSOE, Pedro Sánchez, tiene un importante dilema a resolver. Ante la dificultad de articular un gobierno progresista (que, forzosamente, debería contar con la colaboración de fuerzas nacionalistas e independentistas -algo impensable, a medio plazo-) la presión crece para que facilite la investidura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno.

Los que defienden que, si no puede se hacer una Gran Coalición a la alemana, propicie un gobierno del PP a partir de una abstención en segunda votación (como la vieja guardia del PSOE, encabezada por Felipe González), creen que puede ser una buena oportunidad para condicionar al nuevo Ejecutivo y lograr réditos para iniciar una recuperación electoral. Especialmente, si se acuerda que el Gobierno tenga un plazo limitado de duración (18-24 meses).

En cambio, otros (por ejemplo, los líderes socialistas de Cataluña y Baleares) creen que dar viabilidad a un Ejecutivo liderado por Rajoy sería una "traición" a militantes y votantes? y daría munición a Podemos, que se pasaría toda la legislatura acusando a los socialistas de "entregarse a los brazos de la derecha".

Ante la (aparente) convicción de que todas las formaciones quieren evitar unas terceras elecciones parece factible que, al final, Sánchez acabe permitiendo una investidura de los populares. No está tan claro, en cambio, que eso suceda a finales de julio, como pretendía Rajoy para marcharse tranquilamente de vacaciones.

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