Puede gustar o no su poesía (que a mí me parece admirable) pero nadie podrá negar que es un combatiente de la lírica, un guerrero (o guerrillero) de la poesía en un mundo hostil o indiferente ante el mirar poético. Ese es el vigués David Fernández Rivera, al que vamos a presentar hoy en la Feria del Libro (19,45 h.) su libro-disco "Fractal", y al que he visto crecer desde que con 19 años, y cumple ahoora 30, escribió su primer poemario Es un resistente a la ola prosaica que hoy lo invade todo ya que su instinto sigue siendo el mismo, de aquellos comienzos, la pasión (aunque encajando muchos reveses) sigue intacta y la necesidad de evolucionar el lenguaje lírico, sigue siendo su máxima. Deberíamos decir, no obstante, que señalar a David como poeta resulta harto insuficiente porque su propuesta se alía con la música,el teatro.., buscando la mayor complicidad del lector u oyente. de modo que entre sus textos podemos encontrarnos con poesía escénica, estímulos de danza escritos en verso o incluso poesía objetual transcrita. Y el libro-disco que hoy os presentaremos es eso: un formato alternativo para hacer vivir la poesía. O sea que oiréis un pequeño recital con música en directo.

España, historia de una guerra

La periodista viguesa Carmen Domínguez, de larga residencia en Madrid y con quien comparto una memoria de otrora inolvidable, acaba de sellar otro capítulo de su rica historia como profesional de la comunicación desde atalayas diferentes, en este caso como productora de una serie sobre la guerra civil española: España, historia de una guerra.Anteayer se presentó en Madrid bajo los auspicios de Canal Historia, y la promo que yo he visto tiene atractivo tan potente que el lunes, 18 de julio, a las 22 horas, 80 años después de aquello, me sentaré ante la televisión para ver el primer capítulo de los seis que lo integran. ¿Fue la guerra civil laprimera batalla de la II Guerra Mundial? He ahí una tesis de esta serie, que incluye opiniones de 36 historiadores y muy seleccionadas imágenes. A ver si superan tópicos de los dos bandos.

Aire se marchó con el aire

¿Quién no conocía a Aire, aquel personaje de cuerpo diminuto pero aparentemente indestructible de la noche viguesa, de gesto chuletilla, silencioso aunque muy de hacer señas, que vimos tomando copas y siempre solitario desde finales de los años 70 y nunca supimos como sobrevivía a los estragos de la noche? El alemán residente en Vigo Micha Zielke, vecino en el barrio viejo, me dice que Aire murió hace unas semanas de un cáncer en el Álvaro Cunqueiro (hay quien le llama el ·Alcun" por los recortes). De "Aire" no supimos ni el nombre, ni la edad porque parecía que no era de ningún tiempo aunque Micha dice que 70 tacos, ni de donde era (quizás de Verín o alrededores), ni de qué o don de vivía o dormía aunque yo recuerdo que Karina Falagan le dio algún tiempo cobijo. La vida de Aire era eso, como el aire, y se habían tejido sobre ella distintas leyendas, nacidas de su imperurbable silencio desde su mirada azul.

Es un escritor, dejadle vivir

Llamo a Luis Pérez Leira, viejo amigo, del que estoy leyendo uno de sus libros, esas biografías de gallegos en las que tanto ha trabajado como parte de sus no sé si 10, 15 o 20 libros y otros tantos vídeos, y lo encuentro compungido. Luis siempre ha sido un tipo de echar una mano a los demás, y ahora es uno de los afectados por esta crisis que ha dejado inesperadamente a tanta gente sin un medio de vida estable. Viejo luchador, candidato a la alcaldía por un partido imposible pero ahí está, para ir capeando el temporal vende sus propios libros en la calle, con frecuencia en un tenderete de puntapié en el paseo del Calvario. No hace competencia a libreros porque vende lo propio y solo por salir de la situación. ¿Qué más digno que vender el propio esfuerzo literario? Pero Luis estaba ayer deprimido porque cada poco la policía local le hace recoger, como si fuera un mantero y a pesar de que crea allí un espacio amigable de tertulia a pie de obra en tre sus libros. ¡Hombre, por Dios! La democracia es también hacer un poco la vista gorda, tener un poco de mano izquierda y más en tiempos apurados de crisis. Parece un exceso de celo policial, con lo que se ve por ahí, impedir vivir de lo propio a un conciudadano. La policía es siempre amiga, ahí no parece.