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José Manuel Ponte

inventario de perplejidades

José Manuel Ponte

Sobre "nimiedades grotescas"

Ya lo advirtieron no pocos observadores de la vida nacional, tanto nativos como foráneos. En España se discute encarnizadamente por cualquier asunto de escasa importancia. "Nimiedades grotescas" las denominaba el escritor catalán Josep Pla, que relacionaba esa afición polémica con el provincianismo dominante, incluido entre ellos el provincianismo madrileño que suele ser el más provinciano de todos. El caso es discutir.

Ahora teníamos en el centro de la gran tertulia española el supuesto enfrentamiento entre el todavía seleccionador nacional de fútbol, Vicente del Bosque, y el portero Iker Casillas, que es uno de los jugadores que vistió más veces la camiseta roja. Al parecer, Casillas estaba molesto con los responsables del equipo por haberlo relegado a la suplencia durante el campeonato de Europa de selecciones nacionales que se desarrolla en Francia, les negó el saludo y mantuvo una actitud reticente respecto de ellos. La conducta de Casillas no gustó al seleccionador, hombre de natural discreto, y al volver a España tras la eliminación a pies de Italia, lo contó en un programa de radio.

Los puestos en un equipo de fútbol (de la categoría que sea) nunca han gozado de la fijeza ni de la estabilidad de una plaza por oposición en un cuerpo del Estado, y corresponde al entrenador la facultad de concederlos o cambiarlos a su gusto. Siempre fue así, pero Casillas, que ya es un veterano de 35 años y debería de saberlo mejor que nadie, se lo tomó a mal y para patentizar su disgusto adoptó una táctica sibilina.

Con sus compañeros de equipo se manifestó solidario y cordial, pero con los superiores del equipo técnico, hosco y ceñudo, como suelen hacer los niños mimados cuando se les niega un capricho. Al hacerse los hechos de general conocimiento, la prensa deportiva, sobre todo la madrileña, organizó el gran espectáculo mediático de la ruptura futbolística entre Del Bosque y Casillas. Las tertulias se escindieron inmediatamente en casillistas (partidarios de Casillas) y bosquistas (partidarios de Del Bosque). Y a estos se unieron enseguida los mouriñistas y antimouriñistas (partidarios y detractores de Mourinho, entrenador portugués) y los florentinistas y antiflorentinistas (partidarios y detractores de Florentino Pérez, presidente del Real Madrid). Porque conviene advertir a los que no sigan con particular atención los acontecimientos del fútbol que el problema se remonta a varios años atrás.

Los casillistas sostenían (con un punto de exageración) que el madrileño Casillas era no solo el mejor portero del mundo sino también el mejor portero español de todos los tiempos gracias a unos reflejos milagrosos que lo llevaron a merecer el apelativo de "el santo". Pero en estas llegó de entrenador al Real Madrid el famoso José Mourinho. Al portugués le gustaban más los porteros altos y opinaba que Casillas era muy fiable bajo los palos pero en la salida hacia los balones que venían por arriba dejaba bastante que desear y lo relegó a la suplencia en beneficio del gallego Diego López con el apoyo del presidente del club, Florentino Pérez, que le buscó inmediatamente una salida muy bien pagada hacia el Oporto. Pese a todo, Del Bosque lo mantuvo de titular en la selección hasta que prefirió darle la titularidad a De Gea.

El asunto amenazaba con convertirse en una tabarra insufrible pero a última hora los dos supuestos enemigos se han reconciliado. Menos mal.

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