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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los mensajes

A primera vista, y dicho con todo respeto, seguramente lo más urgente para la dirección de En Marea será, de cara a las elecciones de otoño, analizar bien los resultados de las de junio. Y, para ello, necesitará abandonar el habitual rollo -común a casi todos los partidos que son o han sido- de creer y proclamar que si no ganaron tampoco perdieron. Porque esa es, en política la, mejor forma de suicidarse lentamente aunque a veces le salve la pelleja a los directivos principales.

Hecho el diagnóstico, que nunca es tarea fácil, lo siguiente será hincarle el diente al programa, que constituye el meollo del contrato que aspiran a firmar con los electores para que estos les den su confianza. Y que no se obtiene solo con retórica sino con una exposición clara de objetivos, la vía para lograrlos y los recursos que habrá que habilitar para que la cosa no acabe en chasco. Porque parece claro que la gente no está para aventuras.

Puestos a reflexionar, y siempre desde la perspectiva de lo opinable, no estorbaría que esa izquierda gallega meditase acerca de otra costumbre que sus predecesores tenían: la de creer en intrigas y campañas en su contra alimentadas por "el enemigo". Que, en general, identificaba con la mayoría de los media, "en manos de la derecha". El tópico ya no lo es, pero todavía se emplea como excusa.

(No es que esto último sea imprescindible, claro, pero sí conveniente, aunque solo fuese para lograr que En Marea no repitiese los errores de otros que, salvo en un par de breves ocasiones -una más que la siguiente- solo recibieron palizas electorales de sus oponentes. Y en el abanico se incluye al llamado PSdeG, que un día llegó al poder junto al BNG.)

En este punto queda alguna cosa más que añadir, sin que eso suponga agotar el catálogo. Sobre todo una: parece llegada la hora de que la Marea, si sobrevive, unifique los mensajes que envían los diferentes portavoces de cada grupo que se incluye en ella. Porque hasta el momento cada cual ha declarado su rosario a una sociedad que, perpleja, no sabe bien a qué carta quedarse, ni en qué partida jugar ni siquiera en favor de qué candidato apostar de los que se postulan.

Item más: no vendría mal que, a la vez, definiese la Galicia que quiere y de quién dependerán ellos y su oferta a la hora de cumplir las promesas. Hasta el momento parece que quien marca el rumbo es Podemos, y no todos aceptan que incluso el profesor Beiras vaya a Madrid para, al menos en apariencia, recibir opinión, o acaso instrucciones, de Pablo Iglesias. Quien lo ha conocido cree que no es de esos, pero hay tal confusión que nadie lo jura.

¿Eh...?

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