El Foro Económico de Galicia vivió una intensa jornada de trabajo en Ribadavia, amablemente acogidos por Casal de Armán. Una experiencia empresarial exitosa, que mezcla atinadamente la cultura del vino con el turismo rural, y que simboliza bien el futuro posible del rural gallego, asunto central de la reunión.

En los próximos meses se presentarán dos documentos que sintetizan el análisis y las propuestas compartidas entre los asistentes y que gozaron de un amplio consenso; en algunos casos, de unanimidad.

Pero podemos adelantar algunas ideas. En particular, que el potencial que tenemos es enorme, pero está aprisionado por un conjunto de barreras que debemos derribar. Necesitamos mucho emprendimiento individual, pero también intervención pública inteligente y cambios culturales que nos permitan dialogar con ese potencial. Vayamos por partes.

El emprendimiento es la clave de todo. Sin personas que lideren proyectos concretos no hay nada que hacer. No obstante, esas personas pueden no proceder del mundo rural y no tienen que vivir en él. Las combinaciones hoy son muchas. Hay que mirar al rural sin prejuicios ni complejos.

La intervención pública es clave para remover obstáculos. El primero, todo lo que tiene que ver con el uso de la tierra. El disparate que hoy padecemos, con propiedades infinitas y difíciles de identificar en muchos casos, junto al abandono de tierras fértiles exige una reforma agraria a fondo. Posiblemente ya tengamos el aparataje legal y técnico. Nos falta voluntad y perseverancia, que pasan por un pacto de país entre todas las fuerzas parlamentarias.

Finalmente, el cambio cultural. El lema: no vale todo. Las exigencias de planificación y desarrollo que existen en los espacios urbanos tienen que ser aplicadas al rural. Es frustrante y vergonzoso ver cómo cambia el paisaje cuando uno sale de Galicia hacia Asturias y Cantabria o hacia Portugal.

*Director del Foro Económico de Galicia