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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El susto

De modo que, a la vista de las reacciones en las de A Coruña y Pontevedra, resulta evidente que la crisis de la Diputación de Lugo les ha dado un buen susto a quienes las rigen. Y es que fue anunciar el secretario de Organización del BNG Bieito Lobeira la ruptura general de los pactos, y salir en tromba los portavoces respectivos de las coaliciones diciendo que de eso, nada y que ellos siguen: está visto que los presupuestos y su poder económico y político son una argamasa mucho más efectiva que las ideologías.

La crisis, conste, trasciende ahora los límites de la corporación lucense para alcanzar de lleno al Bloque. Y es que, con el rechazo a la declaración de su "número dos" queda poco margen de maniobra: en cualquier estructura seria, cuando se desautoriza a uno de sus ejecutivos clave, o éste dimite o se despide a los que incurran en tal desacato. Así que, ahora, a ver qué pasa.

Sea lo que fuere, hay otra evidencia que afecta a la todavía referencia histórica del nacionalismo gallego: sus malos resultados electorales sucesivos no sólo generan una despoblación de efectivos sino que los que quedan discuten incluso la autoridad de sus órganos democráticos de dirección. Hasta ahora podría alegarse que se trataba de desavenencias internas, pero ahora la realidad es más cruda.

Visto desde fuera, lo que aparece es otro asunto de índole práctica: si los votos están dejando desvalido al BNG, contra el frío lo más importante ahora parece lograr un abrigo, y no lo hay mejor, al menos en política, que el que da formar parte de un gobierno, el que sea, que disponga de un presupuesto alto y bien nutrido. Por ejemplo, el de las diputaciones

La descripción, que resulta opinable, de la circunstancia del BNG, puede que sí reproduzca mejor que la de otros el estado de la cuestión. Pero al PSOE le sucede algo parecido; las coyundas postelectorales que justificaron las alianzas de perdedores implican, cuando se hacen sólo por interés, una debilidad creciente y una vulnerabilidad extrema, susceptible de que cualquier imprevisto mande a hacer puñetas el frágil tendetere.

En Lugo llevan un año chapuceando; en ese tiempo ya hubo una moción de censura para echar al más votado y ahora casi nadie sabe qué pasará al final. Los observadores más veteranos creen que habrá un arreglo para que los socios puedan seguir a lo suyo y la oposición, sentado el precedente, logre el año que viene obtener réditos con que satisfacer a su clientela. Pero eso, más que propio de un sistema democrático, es un ejemplo de mercado para especialistas en el regateo: además de pena, da vergüenza.

¿No...?

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