A partir de la evidencia de que aquí, y tras unas elecciones, son pocos los que pierden -y menos los que lo admiten-, hay que reconocer que en ocasión del 26/J todos se han pasado varios pueblos. Desde el PP, cuya victoria es incuestionable pero que puede ser insuficiente y aún así celebraron como una mayoría absoluta -quizá por el estrés postraumático del 20/D- hasta un PSOE que, con los peores resultados de su historia, parece satisfecho con ser un segundón.
De Podemos -y cía- poco hay que decir tras oír a sus líderes aceptar que el balance es insatisfactorio pero que "son los dueños de las calles", aunque sin enseñar el título de propiedad que son los votos, hasta la entelequia denominada Ciudadanos, cuyo referente, Rivera, pareció mantener su veto a Rajoy pero sin especificarlo, quizá porque temía que lo corriesen a gorrazos en su propia sede tras terminar su discurso.
(Hay otros datos curiosos. Para explicar sus "victorias", y por si alguien recordarse los números contables, los de la presunta futura oposición coincidieron en la conocida táctica de echarle la culpa a terceros. Los socialistas a Pablo Iglesias, por haber impedido en primera instancia la llegada a Moncloa de Sánchez; los de C´s, a la Ley Electoral, haciendo responsable a D´Hont de la pérdida de sus ocho escaños.
En fin, que para no ser menos, Podemos, atribuyeron sus penas a una coincidencia cósmica entre la mediocridad de sus "colegas" socialdemócratas que "temen, en el fondo, al cambio" y el miedo escénico que el Brexit causó en "la derecha" ante la eventualidad de que el populismo británico llegase a contagiar a España y provocase, a plazo, algo semejante aquí.
En términos de Galicia, las sucursales de la izquierda estatal que aquí habitan, siguieron los guiones de sus jefes en Madrid. Y así Pilar Cancela, presidenta -o lo que sea- de la gestora del llamado PSdeG dijo que su organización había demostrado quién es aquí la izquierda "útil". Y eso a pesar de que regaló las gobernanzas de tres de las ciudades principales a quienes se proclaman sus más duros rivales.
En Marea copió casi ad pedem litterae los argumentos podemitas, y parece desconocer, sus dirigentes, que al igual que la Física establece que todo lo que sube cae, también regula tanto la pleamar como la bajamar, y si aquella fue para los mareantes en diciembre, esta parece que podría llegar en octubre. Y por lo que a Ciudadanos respecta, siguen sin entender que en este lado del Padornelo son lo que eran: casi nada, pero ahora menos.
Del -ya casi ex- PPdeG habrá que hablar mañana, así como de sus perspectivas y la relativa prudencia de Feijóo.
¿No?
