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Cien líneas

Tangente

La aritmética es la ciencia española del momento porque la política da verdadero miedo

Allá por 1977, en una entrevista publicada en "Les Revoltes Logiques" decía Michel Foucault que "el gulag debe ser analizado como operador económico-político de un Estado socialista. No ha lugar para una conversión historicista. El gulag no es un residuo o una continuación. Es un pleno presente". Una cita inevitable entre el ascenso europeo de los enemigos de los regímenes demoliberales y las mareas españolas que apuntan aún más lejos. Apenas unas décadas después hemos dado la vuelta al planeta y desfilamos por las mismas coordenadas desde las que reflexionaba Foucault.

El otro día y a cuenta del corte inglés comentaba que la socialdemocracia ha muerto. En los términos hasta ahora operativos la inventaron los generales americanos de cuatro estrellas, tales que Eisenhower, Patton, Bradley y Marshall y la administraron los socialcristianos continentales como De Gasperi, Adenauer, Schuman y Monnet. La idea era evitar que el terror rojo cruzase las líneas de Yalta. La brillante metáfora del telón de acero de Churchill dictó el camino.

Tras la caída del Muro no hay riesgo de revoluciones agitadas desde un gran imperio comunista, así que sobra el Estado del bienestar y su dogma capital: te doy lo que no te ganas a cambio de que abandones toda esperanza de mejora.

La aritmética detenta desde hoy la actualidad española, incluidos los logaritmos de la Bolsa, porque la política da miedo. Sospecho que unos y otros van a salir por la tangente.

(Para la terapia de esta semana se recomienda vivamente la cantata "Jesús sigue siendo mi alegría", de Bach).

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