En las elecciones del 20D, frente a un gobierno del PP, la gente ha pedido un gobierno de PSOE y Podemos apoyado por Ciudadanos. Graves errores lo han impedido. Puede suceder que el 26J vuelvan a pedirlo los electores; o, simplemente, un Ejecutivo de izquierdas, formado por el PSOE y la coalición Unidos Podemos, otorgándole una suma suficiente de escaños. Saber por boca de cada partido con quien se está dispuesto a pactar resulta necesario. Pactos que requieren flexibilidad programática y responsabilidad institucional, además de garantizar un gobierno estable. Se puede comprender que se repitan las elecciones, pero no que se vuelva a caer en los mismos fallos que condujeron a una nueva convocatoria electoral. A estas alturas no se puede ignorar ya la composición plural de la sociedad española, que ha superado el modelo bipartidista y reclama diálogo y entendimiento, combatir eficazmente la corrupción, impulsar la transparencia y contribuir a la regeneración política mediante una democracia participativa.

En un escenario electoral sin nuevas propuestas, con la novedad que representa Unidos Podemos, acordar para formar gobierno, según vaticinan las encuestas, será otra vez el mensaje de los electores. Ningún partido tendrá la mayoría absoluta y el sistema multipartidista se consolidará. El PP, aunque mantendrá sus votos, perderá algún escaño, y volverá a quedar aislado si, como parece, la suma con Ciudadanos no ronda los 175 escaños. Pese a todo, pedirá que gobierne la lista más votada, y propondrá nuevamente la gran coalición, ofreciéndose a pactar reformas perdurables con Ciudadanos y el PSOE.

Los resultados de Ribera serán otra vez únicamente relevantes para ayudar a la formación de un gobierno progresista. Lo que exigirá, a fin de evitar otra repetición electoral, el abandono de sus líneas rojas hacia la izquierda del PSOE. Y los socialistas, consecuencia sobre todo de la irrupción de la coalición UP, perderán escaños, lo que los situará en una posición complicada. De ellos va a depender el posible desalojo de Mariano Rajoy del poder, o, por el contrario, impedir que Podemos lo alcance. El compromiso de Pedro Sánchez es que no vuelvan a repetirse las elecciones. Pero, ¿qué dirección tomará? En lo que va de campaña no ha despejado las dudas existentes. Cabe pensar que no posibilitará un gobierno presidido por Rajoy, y tampoco otro con Unidos Podemos si estos mantienen su apoyo al referéndum catalán.

Con el acuerdo con IU, Podemos se alejó del modelo transversal de partido abierto a todos y abrazó el discurso de la izquierda. El 26J se juega bajo la dialéctica izquierda/derecha, ocupando la transversalidad un papel menos visible. La coalición Unidos Podemos, con lista única de las dos formaciones, mantiene los programas e identidades propios de cada una, aunque hay un compromiso con reivindicaciones comunes que llevarán a un posible pacto con el PSOE para gobernar. La apuesta de Podemos por el voto progresista, deja a los socialistas en la mitad del tablero compitiendo con Ciudadanos, debatiéndose entre sus políticas de centro y su querencia a un discurso de izquierda, poco convincente ya para los electores. La oferta de Unidos Podemos de pactar con el PSOE es clara, con sorpasso, como parecen apuntar los sondeos, o sin él. Sin embargo, sobre el tapete está no sólo la posible conformación de un gobierno sino quien se hará con la hegemonía política en el seno de la izquierda. Esto imposibilitará un gobierno de progreso que no presida Pedro Sánchez. Sea como sea, el declive de las formaciones clásicas está servido. La comedia ha terminado, parece ser que fueron las últimas palabras del emperador Augusto. El 26 de junio, o Mariano Rajoy o Pedro Sánchez, se verán obligados a repetir estas mismas palabras, abandonando la primera línea de la política. Y, en estas circunstancias, por el momento, la mejor suerte que puede correr Pablo Iglesias es convertirse en líder de la oposición.

*Vecino de A Estrada y miembro del Ateneo Estradense y del Círculo de Podemos.