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Salamanca

Tiempo de desesperaciones. España lleva camino de convertirse en Venezuela; el Reino Unido, en Cataluña, y Europa, en Eurabia. A ver, a ver, a ver.

Afirmó y afirma Chesterton -no existe el pasado, sino un presente continuo incluido el futuro, que es el territorio de los tontos-, pues eso, como dejó anotado el periodista británico "se dice que el paganismo es la religión de la alegría, y el cristianismo, la religión del dolor, pero igual de fácil es probar la proposición inversa. Cuando el pagano contempla el verdadero corazón del mundo, se queda helado. Más allá de los dioses, que son simplemente despóticos, está el Hades, el reino mismo de la muerte. Y cuando los racionalistas afirman que el mundo antiguo era más ilustrado que el mundo cristiano, no les falta razón desde su punto de vista, pues por ilustrado entienden: enfermo de desesperaciones incurables". Olé.

La crítica a las religiones suele ser superficial. En todo caso vale si se tiene en cuenta una circunstancia capital: el cristianismo no es una religión. Está tan en el límite que cada cual es Dios, empezando por Jesús de Nazaret, así que no hay nada que religar.

Doctores tiene la Iglesia. Lo que cuenta para Europa -España, el Reino Unido...- habla de esencias: es una biocenosis, existe porque endémicamente se comen unos a otros, y la única forma incruenta de seguir por ahí es el mercado. Cohonestar cristianismo y mercado es la gran tarea de nuestro tiempo. La iniciaron hace casi cinco siglos los teólogos de Salamanca.

(Para la terapia de esta semana se recomienda vivamente "La Ascensión", de Messiaen).

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