Este, su escribidor dominical, ha estado en Valencia los días 2, 3 y 4 de junio de 2016. Lo ha hecho en calidad de pediatra para participar en el "64 Congreso Anual de la Asociación Española de Pediatría". Lo hace de forma regular desde 1965, así que, como quien no quiere la cosa, ha concurrido 51 años a esta cita científica que anualmente celebran los pediatras españoles, ¡lo que no está nada mal! En sus primeros años lo hacía, entre otros colegas, en compañía de su propio padre, el también pediatra Federico Martinón León, después su recordada hermana Marisa Martinón Sánchez y, en los últimos años, lo hace asociado a su hermano José María Martinón Sánchez, a su hijo Federico Martinón Torres y a su gran amigo Jesús Antelo Cortizas, todos pediatras. No le importa confesar que los integrantes de este consorcio profesional-familiar concurren al congreso, con todo interés y siempre que le es posible de forma activa -de forma concreta este año alguno de sus componentes han participado con dos conferencias y 14 trabajos científicos, uno de ellos "premio a la mejor comunicación"-. Pero además, al tener pocas oportunidades de coincidir juntos, tratan de buscar algún hueco para conocer ciertos aspectos culturales, monumentales y gastronómicos de la localidad donde se celebra el evento. Es intención de su articulista, y lo va a cumplir con este suelto, darles noticia de algo de lo oído, visto y vivido en esta última cita anual, por si puede ser interés de sus lectores. Además le da pie para cambiar de tema, permuta que siempre busca para no aburrirles.

La verdad es que volver a Valencia es siempre para este escritor eventual una oportunidad. El Reino de Valencia fue en 1970 el destino de su viaje de bodas, en compañía de su mujer Georgina. Un pueblecito llamado Alcocéber o Alcocebre (municipio de Alcalá de Chivert, provincia de Castellón) y, concretamente, la urbanización y puerto de Las Fuentes, fue el lugar de veraneo de nuestra numerosa familia en las décadas de los 70 y 80 del pasado siglo. Allí fuimos la familia Martinón-Torres cada año buscando un lugar acogedor y tranquilo, de clima suave y exigencias económicas a nuestro alcance. Siguiendo nuestro ejemplo se fueron sumando mis padres, mis hermanos con sus respectivas familias y otros queridos amigos. Entre estos últimos, ahora mismo recuerdo a Manolo Michelena, que ahora veranea en el Cielo, y a Javier Casares, que en este momento, entre otros menesteres, dedica sus preocupaciones, con acierto, al "Liceo de Ourense". Las Fuentes tiene una acogedora y singular playa, en la que surgen manantiales de agua dulce, que vienen desde la sierra de Irta, y forman pequeñas pozas donde se sumergen, sin riesgo alguno, niños y adultos. La playa tiene una longitud de 360 metros, una anchura de 32 metros y posee la bandera azul como distintivo de calidad. Frente a ella se contemplan las islas Columbretes, cuyo origen es volcánico. Por toda la urbanización hay buenos apartamentos, hoteles, restaurantes de todo tipo, bares, comercios, supermercados y establecimientos al uso. Desde allí recorrimos, una y otra vez, las diversas rutas que atraviesan toda la comunidad valenciana. De todo ello guardamos los mejores recuerdos y en aquel lugar nos quedan buenos amigos. Las evocaciones y presencias de aquellas estancias felices serán, sin duda, motivo de alguno de estos sueltos en Faro de Vigo.

El "64 Congreso Anual de la Asociación Española de Pediatría" desarrolló un programa muy ambicioso que recogió la mayoría de los aspectos actuales de la especialidad y sesiones de especial interés para los distintos asistentes. Imposible relatar un resumen del extenso programa de ponencias, mesas redondas, cursos, talleres, seminarios, casos clínicos, y controversias cubiertas. Solamente algunos retazos que me llamaron la atención de forma especial. Entre otros, me impactó la conferencia magistral de un invitado excepcional, el profesor Rino Rappuoli (Chief Scientifst and Head of External R&D), conocido a nivel mundial por su trabajo en las vacunas y la inmunología, cofundador de la microbiología celular y pionero en el enfoque genómico para el desarrollo conocido como vacunología inversa. Él y su equipo desarrollaron muchas vacunas y fue el "inventor" de la vacuna genómica contra el meningococo B, de la que ahora tanto se habla, dada la elevada mortalidad y secuelas de esta enfermedad, y la preocupación que desencadena su falta de disponibilidad en las farmacias. Además de repasar su diseño y desarrollo, se mostró optimista con la efectividad que tendrá en el mundo real. Aun es pronto, pero en Canadá, después de dos años de utilización, no se ha habido ningún fallo, mostrando una efectividad del 100%. Como me toca de muy cerca quiero también mencionar la sesión "Escenas en vacunación", moderada por mi hijo Federico. En ella, uno de los panelistas, el doctor Xavier Bosch, oncólogo y epidemiólogo del Instituto Catalán de Oncología y posiblemente uno de los mayores expertos mundiales sobre virus del papiloma humano (VPH), puso de manifiesto que han cambiado conceptos y actitudes de las enfermedades relacionadas con esta infección. Si hasta ahora todo el interés se centraba en la prevención del cáncer de cuello de útero en la mujer, ahora, en 2016, se habla de la posibilidad de controlar y erradicar globalmente el virus VPH y todas las patologías asociadas, independientemente del género y la edad. La razón está en que en este momento el cáncer de cabeza y cuello (boca y garganta)-que afecta tanto a hombres como mujeres y del que uno de cada cuatro está producido por VPH- ya ha superado en incidencia al cáncer de cuello de útero. Entre los temas no faltaron los aspectos profesionales. La implantación real y oficial de las especialidades pediátricas es inexcusable y ante la involución impuesta por las restricciones económicas se recordó que no debe descuidarse, incluso en hospitales pequeños. La formación de especialistas de Pediatría, aunque es mucho lo logrado, ha de mejorarse. Es necesario que se implante una evaluación periódica y final, guste o no guste. La realidad asistencial actual condicionada por los nuevos patrones de enfermedad y el incremento exponencial del gasto sanitario, hacen peligrar la sostenibilidad del sistema sanitario. Por todo ello, es necesario implantar un nuevo modelo organizativo basado en la integración de niveles asistenciales, al margen de los intereses personales. También es deseable un mayor diálogo de la administración con los profesionales. Este escribidor, durante su etapa activa en la medicina pública, siempre se ha quejado de que nadie nos pregunta -¡algo sabremos- ni siquiera para aparentar y hacer lo contrario.

En lo cultural y monumental nuestros pasos se dirigieron a la iglesia de San Nicolás de Bari y San Pedro Mártir. Fue uno de los primeros templos parroquiales cristianos erigidos en Valencia en 1242, tras la conquista cristiana de la ciudad por Jaime I. La primitiva iglesia fue levantada sobre una mezquita musulmana y más tarde, entre 1419 y 1455, fue reformada en estilo gótico. Tiene una planta de nave única de seis tramos, con capillas no muy profundas entre los contrafuertes, presbiterio poligonal precedido de un tramo recto orientado al este y cubierta con bóvedas de crucería simple. En la actualidad presenta una amalgama de estilos sucesivos, siendo uno de los ejemplos más armónicos de convivencia entre el gótico -la bóveda, la puerta con arquivoltas y el rosetón, del siglo XV- y el barroco -decoración y pinturas, del XVII-. La bóveda fue recubierta dos siglos más tarde con otra falsa barroca, atribuida a Juan Bautista Pérez Castiel. Es la que, junto con paredes, pilares y arcos, se ornamentó con frescos diseñados por Antonio Palomino y realizados por su discípulo Dionís Vidal en 1700. El tema fue la vida de los dos santos que dan nombre a la iglesia, junto con alegorías de las Virtudes. En total, 1.904 metros cuadrados de superficie pictórica (la Sixtina sólo tiene 800). Las pinturas, cubiertas por el ennegrecimiento del paso de los años y tras una capa de cal, han sido "redescubiertas para la humanidad" al restaurar la iglesia y han convertido este lugar en "un templo de la fe y la creatividad". Son palabras de uno de los directores de la intervención, la catedrática Pilar Roig, quien la ejecutó con el arquitecto Carlos Campos y con la colaboración de Gianluigu Colallucci, el restaurador de la Capilla Sixtina. La Fundación de Hortensia Herrero la financió con una inversión de de 4,7 millones de euros y más de 41.000 horas de trabajo de un centenar de profesionales. El resultado ha sido epatante y capaz de asombrar al más impávido. Valencia estaba ya entre los lugares más atractivos de España, pero este hallazgo sería ya razón suficiente para visitarla. Si no pueden, recurran al recorrido virtual en la página web: http://www.sannicolasvalencia.com/visita virtual.php.

Terminadas las jornadas pediátricas, y satisfechas de forma cumplida nuestras obligaciones profesionales y nuestras apetencias culturales, no podíamos abandonar Valencia sin reunirnos a cenar en torno a una mesa para comprobar la rica y tradicional cocina valenciana. La gastronomía mediterránea es extraordinaria, pero buscábamos un restaurante singular y con personalidad. Un oriundo de pro nos recomendó el restaurante Canyar. Se unió al grupo la profesora Rosaura Leis Trabazo, cuyos padres regentaron en A Estrada uno de los más afamados refectorios de cocina gallega, por lo que además de una reconocida pediatra y querida amiga, nos asegurábamos una excelente gourmet. El Canyar está situado en el centro de Valencia, en la calle Segorbe, muy cerca de la Plaza del Ayuntamiento y de la Estación del Norte, en los bajos de un precioso edificio modernista. Nos sorprendió y agradó ya desde la entrada, pues al haber respetado la fachada original y la distribución, y la decoración interior modernista de la que fue una vivienda, uno tiene la sensación de ser recibido en una casa señorial privada. En sus paredes cuelgan carteles taurinos de época y cientos de fotografías de los personajes relevantes que pasaron por sus comedores. El restaurante está abierto desde 1986, regentado por los hermanos Seguí. Desde la puerta y durante toda la comida nos atendió, con mucha entrega y delicadeza y simpatía, Vicente Miguel Seguí Pastor, que es sin duda el alma del establecimiento. Al inicio te lo muestra con orgullo, para después narrarte un menú completo, a modo de trayectoria a recorrer, donde no faltan las gambas de Denia o el arroz del senyoret. Miguel es un personaje polifacético, pues además de reconocido restaurador de gran experiencia, es inventor con conocidas patentes, motero entusiasmado y escritor. Al conocer mis afanes por la bibliofilia tuvo a bien dedicarme un ejemplar de su novela El último pódium. Es un libro que yo recomendaría sin duda a los moto-apasionados, como a todos sugeriría el Canyar, no solamente por su buenos platos y por sus acogedores salones, sino por el placer de conocer y ser muy bien servido por Miguel y su equipo gastronómico.