La esquela, cumplidora, al final le ganó el pulso, tras empeño terco por alzarse con la popularidad. Nos referimos, claro, a la esquela que, desde ya, le ha arrebatado la popularidad, el primer puesto en las referencias, a Fernando Quesada, humorista por gracia de sí mismo para beneplácito de los demás.

Con todo, la esquela mortuoria no se jacta de su victoria pírrica; sólo cumple su cometido de dar noticia de lo que acontece en su espacio específico, sintiéndolo en el alma, esta vez, por lo que tan cerca le toca. La esquela, en su particular duelo con Fernando, a lo largo de medio siglo, mantuvo esa pugna, noble, porque el artista le aventajaba en repercusión, en el aprecio de los lectores. Por poco, si se quiere.

Con Quesada y Vázquez Gil (Lalo) compartí algún coloquio sobre lo nuestro, como coincidimos los tres en amistad duradera, por ejemplo, en el Festival de Poesía del Condado, a propósito de las Jornadas de Humor. Tales encuentros auspiciados por Pepe Carreiro, director del añorado "Can sen Dono".

Mi relación con Fernando discurrió en el tiempo, a través de FARO. Para el periódico decano le hice sujeto de varias entrevistas en las que se sinceró -y que no trascendiera la confidencia- campechanamente: "me inspira una prika que está en una barra americana de Barcelona".

Así es Fernando, a quien tanta solicitud de pasaba rozando. Con el chiste, que es humor, en los poros de la creación diaria que ocupa el día entero. De Ourense venía a la plaza de Vigo en su 600. La pareja de tráfico le indicó que se detuviese en el arcén. Preguntado -o interrogado- ¿qué llevaba en el saco de la baca?, respondió al punto: "Tubérculos". Salvó la coyuntura porque se trataba de patatas, contrabando a la sazón. No recuerdo si lo reflejó en la viñeta del decano.

Quesada realizó la portada de uno de mis libros, al bote pronto, de esa manera. Con la soltura con que nos veíamos en Sabarís, mientras mascaba acabar con el tabaco y le saludaban la gracia. Se me ocurre que, ya que Groucho no tiene en su tumba "Perdone que no me levante", no, podría adjudicarse la frase lapidaria Fernando.

No es chiste.