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El bar donde convivió mejor la política local

El Lar se convirtió en algo así como "el bar del Concello", aunque entonces prefirieron denominarlo "el bar de las Cortes", un nombre que lucía más. Eso hizo la clase política local que convivió allí de forma ejemplar en los albores de la monarquía de Juan Carlos I.

Especialmente a partir de 1979 frecuentaban casi a diario aquella cafetería los nuevos concejales y diputados provinciales. También acudían los funcionarios más politizados del Gobierno Civil, la Diputación y el Ayuntamiento. Otro tanto hacían los "fontaneros" de UCD, cuya sede estaba en Michelena 30, donde reside ahora el nuevo Ayuntamiento.

La vieja Casa Consistorial se quedó pequeña ante el notable incremento de la actividad política y el Lar resultó para muchos de aquellos ediles como un segundo Ayuntamiento. A falta de una sala o despacho debidamente acondicionado para mantener sus reuniones, todos dieron por bueno aquella acogedora cafetería para intercambiar opiniones, ultimar mociones y tantear acuerdos.

Centristas, socialistas, comunistas, galleguistas, nacionalistas y algunos asilvestrados... Unos a la izquierda y otros a la derecha de la puerta de entrada, cada grupo municipal o cada color político casi, casi, tenían asignada su mesa propia. Todos confluían allí, juntos pero no revueltos. No querían diseminarse por otros bares de los alrededores; querían estar en el Lar.

Joaquín Queizán, Xosé Fortes, Isidro Caballería, Jesús Durán, Eladio Portela...; a media mañana, el Lar era una olla en ebullición, donde resultaba fácil encontrar al político buscado. El alcalde Rivas Fontán iba poco porque contaba con una tertulia integrada por personas de su confianza en su propio despacho, donde también obtenían buena información los cronistas más asiduos.

El Lar cerró sus puertas sin descubrir un secreto inconfesable sobre el 23-F. Los ultras más temidos de esta ciudad se reunieron con algunos camisas viejas a media tarde de aquel día señalado, como respondiendo a alguna convocatoria previa todos a una.

Sobre lo que se dijo y se acordó en el Lar durante aquellas horas trascendentales nunca trascendió una palabra. No obstante, por la ciudad circuló luego una lista negra de nombres muy conocidos por sus inclinaciones izquierdistas. Afortunadamente, la sangre no llegó al río, pero cualquiera sabe qué habrían hecho aquellos supuestos conjurados, en caso de tomar carta de naturaleza el golpe de Tejero.

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