El flamante pabellón de Urgencias/Obstetricia del Hospital de O Salnés es una realidad que bien se han ganado los vecinos después de casi tres lustros de movilizaciones. Conseguirdas unas instalaciones de última generación y de un tamaño tan considerable como la mitad de un campo de fútbol es hora de sacarle provecho.

No basta con tener unas inmejorables dependencias si no se cuenta con el número adecuado de profesionales o si se decide el cierre de la tercera planta para ajustar el calendario de vacaciones. Mantener los criterios de siempre es un error.

Casi ochenta millones de presupuesto obligan a ser consecuentes y rentabilizar al máximo la inversión realizada para ofrecer los mejores servicios sanitarios desde el primer día.

Pero para ello lo fundamental es el capital humano. El Sergas ha decidido reforzar las plantillas de enfermería, auxiliares y celadores en Urgencias, pero no toca la plantilla de médicos porque considera que son suficientes para la ratio de 100 pacientes que cada día necesitan asistencia, aún cuando se ha habilitado un área específica de urgencias pediátricas.

Quizás ahora sea el momento de ampliar el área asignada a O Salnés y por proximidad sumar Caldas, Portas o Meaño con lo que se reduciría la presión asistencial en Pontevedra.

Ese hipotético nuevo mapa permitiría cumplir ciertas expectativas de crecimiento de este pequeño hospital que nació gracias a la implacable presión ciudadana ejercida hace quince años.

Pero, todo hay que decirlo, ha llegado algo tarde pues el Hospital de O Salnés se encuentra inmerso en un declive tan pronunciado que incluso se ha perdido la perspectiva sobre su declaración de hospital Amigo de los Niños que le otorgó Unicef, hace una década gracias a ese buen hacer que imprimieron en su día los profesionales.

No son tiempos de perder posiciones en materia de salud. Los gestores tienen la obligación de convertirlos en centros de referencia cuanto antes. Y ello, solo requiere de ilusión. Los profesionales mantienen el pulso y, además, con humor en las calles, lo que no quiere decir que estén de broma porque saben que con la salud no se juega.