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Javier Cuervo.

Un millón

Javier Cuervo

El debate y el tiempo

El debate a cuatro fue un espectáculo político marcado por el cronómetro, es decir, de índole deportiva con una locución de marcha atlética, de andar rápido sin correr. A las horas en que se celebró costaba seguirles el ritmo a los candidatos, que deben de haberse ido a la cama con agujetas.

El periodista francés Jean-Louis Servan-Schreiber escribió acerca de la percepción del paso del tiempo que, aunque dure lo mismo, la noche no les parece igual de larga a los amantes que al condenado a muerte al amanecer. Los candidatos tenían el mismo tiempo, pero, por unos segundos, habló más el PP, luego el PSOE; a continuación, Podemos y, por último, Ciudadanos. Se supo porque cronometraron.

La percepción varía en cada persona y tiene más que ver con cómo aprovecharon el tiempo que con cuánto usaron. Hubiera jurado que Albert Rivera fue el que más habló sólo porque ocupó su tiempo en repartir estopa a Rajoy y a Iglesias de una forma sorprendente respecto a la campaña anterior. Fue la noche en que Rivera hizo el Pablo Iglesias. En cambio, el líder de Podemos, que confiesa estar preparándose para ser fajador, encajó una paliza y la interpretó cabeceando, como golpeado en la parte baja de la decepción, por el socialista.

Pedro Sánchez fue con Iglesias ese excónyuge pelmazo que siempre repite el mismo reproche y con Rajoy un rival casi al borde del desdén. En su tiempo, Rajoy devolvió un poco a todos, más a Rivera, "el inquisidor", y a Sánchez, que sería un "pésimo presidente", pero el señor de los tiempos, que habló más y contó menos, prometió rutina y la recogida de dos millones de puestos de trabajo.

Pero el tiempo político español es un bucle perfecto. Las encuestas dicen que ganará Rajoy y el debate que no le dejarán gobernar y también que PSOE y Podemos no bailarán juntos. Como estábamos.

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