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Casi todos contra todos

En el debate a cuatro de anoche, a diferencia del habido en diciembre, ya nadie sorprendió a nadie. Tantos meses de disputa política les han servido a los candidatos a la presidencia del Gobierno para conocer, más o menos, los defectos y las virtudes de sus contrincantes y, a los ciudadanos, para delimitar, acotar, poner bajo sospecha, muchas de las propuestas (que los políticos siempre consideran promesas) de las líderes de las grandes fuerzas políticas del país.

El debate de anoche ya no era, como el de hace seis meses, el de los candidatos de dos partidos consolidados y el de otros dos de presuntos grupos parlamentarios (los que vaticinaban las encuestas). No, ayer todos jugaban ya en la misma liga de forma oficial y todos tenían, como poco, meses de experiencia política y también muchas facturas políticas por cobrar. En todas las direcciones.

Porque si algo quedó en evidencia en el único debate a cuatro que habrá en la actual campaña electoral es que el tiempo transcurrido desde las pasadas elecciones sólo ha servido para distanciar más si cabe a las diferentes formaciones. Y lo dejaron patente sus líderes a lo largo del encuentro. Que Iglesias, Sánchez y Rivera acorralaran a Rajoy era, como así sucedió, algo previsible. Pero que el secretario general del PSOE centrara en muchos momentos sus duras críticas en el máximo responsable de Podemos no era tan esperable, así como que el líder de Ciudadanos se lanzara a tumba abierta contra el presidente del PP, sobre todo cuando se abordó el capítulo de la corrupción. Pero es que tampoco se anduvo por las ramas Rivera en sus ataques a Iglesias.

Eso sí, lo que pareció funcionar a lo largo de todo el debate fue el pacto suscrito por el PSOE y Ciudadanos en las corta legislatura recientemente finalizada, el acuerdo firmado con el objetivo de investir a Pedro Sánchez como presidente del Gobierno, y que quedó en nada al no contar con el apoyo de ningún otro grupo parlamentario, especialmente Podemos.

Las puertas a posibles pactos siguen, como hasta, todas cerradas, por mucho que Pablo Iglesias se mostrase ayer una y otra vez favorable a un acercamiento a los socialistas. Eso sí, siempre y cuando aceptasen su política territorial, es decir, el referéndum en Cataluña, el País Vasco y Galicia. Pero claro, es que ese camino lo descarta totalmente el PSOE.

Y visto el debate de anoche lo de la gran coalición PP-PSOE-Ciudadanos suena a broma. Por lo menos, con los actuales primeros espadas.

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