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Ánxel Vence.

Crónicas galantes

Ánxel Vence

Noticias de improbable pago

Una encuesta de la venerable agencia Reuters ha arrojado la conclusión -en absoluto inesperada- de que sus lectores no están dispuestos a pagar por las noticias que leen en internet. Nada más lógico, si se tiene en cuenta que tampoco les cuestan un céntimo las películas, las canciones, los libros y demás productos que la Red les sirve online y gratis total.

No es que los lectores dejen de valorar la calidad de las informaciones que les suministran medios tan acreditados como la propia Reuters o su periódico de confianza. De hecho, un ochenta por ciento de los consultados por la agencia comprueban -o eso dicen- la veracidad de la noticia en las ediciones digitales de la prensa tradicional, que sigue siendo la más creíble. Lo malo para la industria es que otro 62 por ciento no tiene la menor intención de pagar por informarse, aunque la fuente de la noticia sea exclusiva y de acreditada calidad.

En realidad no hacía falta una encuesta para deducir, por mera lógica, que internet ha despojado de valor mercantil a cualquier producto basado en la venta de copias. Ocurrió ya con la música que se vendía embalsamada en discos o deuvedés, con los libros y, ahora, con los periódicos.

Bajo el principio de gratuidad universal, que es marca de la Red de redes, cayeron de entrada las enciclopedias, por más que las que han venido a sustituirlas digitalmente no sean siquiera un negocio.

Después les tocó el turno a los músicos, obligados por la muerte de la industria discográfica a regresar a los escenarios y buscarse la popularidad en el poco o nada rentable mercado de YouTube. Y por último, si bien no lo último, pierden pie ahora las editoriales que han dejado de facturar best-sellers, el cine por el que ya no se paga y la prensa sometida al contradictorio trance de tener que competir consigo misma. Aunque la ganancia de lectores en el ciberespacio no le compense, ni de lejos, las paralelas pérdidas en sus ediciones de papel.

Paradójicamente, la suma de lectores de libros y periódicos o la de aficionados a la música y al cine no ha dejado de crecer gracias al nuevo medio de medios. Lo que ocurre es que está desapareciendo la clientela de pago de esos y otros muchos productos que internet ofrece gratis a la breve distancia de un clic de ratón en el ordenador. O a la de esa moderna y ya universalmente accesible navaja de mil usos que es el telefonillo móvil.

Por desgracia, nada es realmente gratis en esta vida. Lo recordó no hace mucho Michail Bletsas, que algo sabrá del asunto como director que es de los sistemas informáticos en el Laboratorio de Medios del Instituto Tecnológico de Massachusetts. "Si le ofrecen algo gratis, usted será el producto", vino a decir Bletsas en un aviso a los navegantes que ceden sus datos a las empresas cibernéticas y chiripitifláuticas que luego comercializarán con ellos.

Todo es gratis en la Red, aunque al final se acabe pagando. Bien lo saben las empresas del tradicional mundo analógico que, poco a poco pero sin pausa, ven cómo internet está desmantelando sus negocios sin ofrecer una alternativa a cambio.

Lo que la encuesta de Reuters ha venido a certificar, simplemente, es que ni siquiera sus lectores están dispuestos a pagar por unas noticias que, malacostumbrados por la Red, quieren obtener de balde y gratis total. Para eso no hacía falta preguntarles.

stylename="070_TXT_inf_01">anxelvence@gmail.com

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