La clave en la implantación del compostaje está en la concienciación vecinal y una ciudad como Pontevedra está a años luz de ese espíritu participativo. Este mensaje rotundo, entre otros muchos no menos ilustrativos, ha dejado la conmemoración por Sogama del Día Mundial del Medio Ambiente a través de una jornada técnica entre destacados especialistas.

El responsable de la gestión de residuos en Guipúzcoa, Oihan Sagastuy, ha cantado las excelencias de la recogida selectiva en la provincia vasca, pero ha reconocido un problema no menor: que no saben bien qué hacer con el compost que producen. Su oferta supera a la demanda.

Por su parte, Juan Manuel Revuelta, director de la Fundación Innova, domiciliado en Bruselas y experto en la materia, ha esbozado durante ese encuentro en la Fundación Abanca el rígido sistema imperante en la capital belga: minuciosa supervisión, control absoluto y multa que te crió, para tener a raya al vecindario. Sobre esas tres cosas el BNG no ha querido saber nada durante todos estos años en Pontevedra con respecto a la limpieza urbana y recogida de basura. De mano dura, ni hablar del peluquín, no vaya a ser que se soliviante el personal.

El equipo de gobierno ha impuesto su modelo de ciudad, con o sin la aquiescencia del vecindario de turno, sin necesitar de su colaboración directa. Han hecho lo que han querido. Pero cuestión bien distinta va a resultar con ese proyecto de compostaje que acaricia Cesáreo Mosquera desde la Diputación Provincial y que requiere de una participación efectiva, sí o sí.

El flamante vicepresidente ha hablado mucho, pero ha concretado poco sobre su proyecto estrella para estos años venideros. Ni está precisado su alcance, ni tampoco su sistema de implantación; ni mucho menos está cifrado su coste económico, un asunto nada baladí para calibrar su rentabilidad efectiva.

El meollo de la cuestión está en adivinar si Cesáreo Mosquera echará mano o no del método sancionador de palo y zanahoria para desarrollar el compostaje entre una población bastante anárquica a la hora de cumplir con sus obligaciones en materia de salubridad urbana y recogida selectiva.