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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El aire

Así pues, anunciada por el señor conselleiro de Economía una especie de intención de recuperar la cuestión eólica -una vez despejadas las incógnitas de su financiación- al objeto seguramente de abordar de una vez el ansiado esquema de política energética en Galicia, podría don Francisco Conde explicarle a los habitantes de este antiguo Reino qué es lo que pasa de verdad con el aire del país. O si se prefiere, con el viento o la brisa que, en definitiva y aparte la fuerza con que soplen, de eso se trata.

No ha de extrañar la petición, sobre todo si se tiene en cuenta que la cuestión lleva sobre los tapetes económico, social y jurídico demasiados años, y sigue aún no solo sin resolver, sino complicándose cada vez más. Ya desde el Gobierno de Fraga, pasando por el bipartito y de nuevo por el actual, se han sucedido los concursos, las resoluciones, las impugnaciones y las anulaciones, y el país asiste, cada vez con más dudas a un espectáculo que más parece propio de Hércules Poirot que de cualquier otro. Y como a la vez mueve millones de euros y grandes dosis de influencias, resultan inevitables ciertas sospechas. Que por cierto, retroalimentan las dudas: un círculo vicioso que en nada contribuye al sosiego de los ciudadanos, primer objetivo -según Felipe II llamado, quizá con exceso, "el prudente"- es la principal obligación de un gobernante.

El señor conselleiro Conde, del que ya se ha dicho aquí -siempre como opinión personal- que es un hombre sensato y honesto, valores realmente escasos en el oficio general, puede y debe explicar, en el Parlamento y fuera de él, las circunstancias que en el pasado causaron tanto estropicio y en el presente singulares dolores de cabeza en inversores y necesitados, de manera que se pueda encarar el futuro con esperanza. Porque una cosa está clara: Galicia necesita, además del gas que recala en las instalaciones de Reganosa -urbanísticamente cuestionadas pero con posibilidad de "reparación"- hasta el aire y otros elementos si quiere de verdad disponer de una política que le permita menor dependencia de terceros.

No es fácil, pero sí exigible a quienes pueden, y don Francisco puede. Y sabe que el mejor modo de contar con un respaldo imprescindible en democracia para cualquier proyecto difícil, que es el de los ciudadanos, pasa por la transparencia. Y cuando hay dudas y sospechas en todo un largo asunto como éste, eso no es ya consejo de sabio viejo sino exigencia de jóvenes impacientes. Que, por cierto, también votan.

¿Eh??

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