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Ceferino de Blas.

De lo antiguo a lo novísimo

Treinta y tantos años atrás, los mineros asturianos se opusieron a que trabajasen mujeres en las minas por la dureza y peligrosidad del oficio. Pero ganaron ellas. Conquistaban una de las últimas cotas laborales.

Ahora llega la noticia de que en el puerto de Algeciras, el tercero de España en tráfico, los estibadores no quieren compañeras en los muelles. Pese a que la plantilla supera el millar y medio no hay una sola mujer. Contrasta con lo que ocurre los grandes puertos españoles y europeos donde hay estibadoras.

El primer ejemplo es el presente, el segundo, el pasado.

Es evidente que los conceptos de antiguo y nuevo difieren cuando se trata de hombres y mujeres en materia laboral. Siempre se ha asociado el trabajo manual o intelectual al hombre.

Pero en la actualidad, en las sociedades occidentales, no hay diferencias entre sexos a la hora de desempeñar oficios. Ya no hay trabajos femeninos ni masculinos.

Es lo novísimo, que ha dejado obsoleto a lo antiguo y lo nuevo. Se trata de una transformación interior, que supone un cambio cualitativo, de mentalidad. Es decir, las mutaciones sociales no se aceptan como una imposición, aunque las cuotas lo parezcan. Se asumen como algo que ha ido calando y ya forma parte de las pautas al uso.

Hace días se celebró una boda en Baiona en la que los novios eran, a decir de la reseña periodística, respectivamente, farmacéutico e ingeniero industrial.

Hasta hace unas décadas, cualquier persona que tuviera que atribuir las profesiones de los contrayentes, basándose en los hábitos, diría que la novia era la farmacéutica y el novio el ingeniero industrial. Pero era justamente al revés.

El dato suscitó comentarios. No porque llamase la atención, porque a estas alturas tiene que ocurrir algo muy sonado para que capte el interés. Es por el simbolismo sociológico de las profesiones, en el pasado y en la actualidad. Antaño se citaba una profesión y se sabía a quién se atribuía, si era de un hombre o de una mujer. Hoy esa distinción es imposible.

Porque lo nuevo -lo antiguo, lo viejo, es que no estudiasen ni trabajasen fuera de casa-, cuando se abrieron las puertas de la Universidad a las mujeres, es que eligiesen Farmacia, Letras o Medicina. Eran minoría las que cursaban carreras superiores y contadas con los dedos de la mano las que optaban por las técnicas o científicas.

En la antigua Escuela Oficial de Periodismo, al comienzo de los setenta, no llegaba al 10 por ciento el número de mujeres que estudiaban la carrera. Con la democracia, el avance que se ha producido es impresionante.

Estamos en el ámbito de lo novísimo, en la posmodernidad, y el número de mujeres que ejercen el periodismo o de abogadas que ganan las oposiciones de judicatura, supera al de los hombres.

Por fortuna ya no se lleva el latiguillo recurrente de "la primera mujer que es" conductora de tren, piloto de aviación, oficial del Ejército o astronáuta. Son tantas las que se ocupan en todos los oficios, y en los que patrimonializaba la varonía, que lo de "la primera mujer" ha prescrito como novedad informativa.

En menos de un siglo se ha pasado de un estadio en que no pisaban la universidad a otro en que superan a los hombres en varias especialidades o a ser habituales en las que eran el recinto amurallado de éstos. Y lo mismo se puede decir de los oficios manuales o de habilidad. El unisex se ha impuesto. El feminismo es la gran revolución que todo lo ha llevado por delante: los hábitos más arraigados y los clichés sociales.

Lo novísimo en materia de empleo ha sustituido a lo nuevo y es la mejor de las noticias. Lo de Algeciras es un anacronismo que solo se explica por las reminiscencias árabes y la peculiaridad de las estibas, oscurantistas y endogámicas. Es la lamentable excepción que confirma la regla, y debería tener los días contados.

Justifica que esté de actualidad la mujer sociológica, sobre la que hay una exposición en el Museo Liste, o que acabe de presentarse en Vigo el libro de Mercedes Expósito, de título sugerente, "De la garçonne a la pin-up. Mujeres y hombres en el siglo XX".

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