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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La ilusión

Pues la verdad es que no deja de sorprender en persona inteligente como sin duda es el presidente Feijóo, alguna de sus afirmaciones durante su estancia en Cuba. La que más -y es una opinión personal- la que se refiere a los "cambios" que dice otear ya en el horizonte de la isla. Es de los pocos que anuncia semejante evento porque hasta ahora las únicas modificaciones reales -importantes, pero seguramente distintas a las que espera don Alberto- son las propiciadas por Obama. El presidente USA que está en fase políticamente terminal.

(En lo demás, Cuba y su régimen siguen tal como lo dejó Fidel -si es que ya lo dejó- en manos de su hermano Raúl: una dictadura absoluta en la que por no existir libertades, ni siquiera se admite la de pensamiento, al menos cuando se intenta ejercitar en cualquier sistema de comunicación. No hay partidos, ni periódicos diferentes al del PC, ni otro tipo de libertades de las que goza cualquier país democrático. Es como la España de Franco, pero con mayor duración y herederos genealógicos de un régimen comunista que no quiere cambiar. Como mucho, maquillarse.)

Eso es lo que hay, no el cambio que se espera -y que muchos ven con el desembarco de los exiliados en su retorno- y que el presidente Feijóo debería conocer. Cierto que el viaje era en compañía de empresarios, que estos iban en busca de negocios y que no se hacen operaciones que den beneficio atizándole un estacazo dialéctico al que ha de permitirlas. Pero, al menos, valdría aplicar el refrán español sobre la importancia de mantener la boca cerrada para evitar que entren moscas.

Desde luego, si la alusión del jefe del Ejecutivo gallego es como la del Pontífice romano o la del presidente USA, uno llevado por voces arcangélicas que solo hablan de lo que le conviene al alma, y el otro las que atiende el regidor norteamericano, que proceden de los lobbies financieros y comerciales que tienen interés en multiplicar, oficializándolos, los asuntos que hoy llevan a escondidas y a través de terceros con La Habana. Pues habrá que tomar nota, pero, por el momento más le vale siquiera dar la impresión de que habla de economía, no de política.

Parece cierto, desde luego, que también con esto de las dictaduras hay diferentes varas de medir y unas cuantas doctrinas de moralidad diferentes, al gusto del consumidor. Es lo que decreta la vía marxista (la de Groucho, claro) cuando decía a un interlocutor que si no le gustaban sus principios, los cambiaba y punto. Pero también eso tiene sus peligros: por ejemplo cuando el presidente Feijóo viaje a China, habrá de elogiar el régimen de Pekín, o aplaudir el de Arabia Saudí, en fin, en Corea del Norte el de la familia que se sucede en el poder. El precedente de la "ilusión cubana" le puede perseguir durante mucho tiempo. Aunque tenga una ventaja: en teoría, la oposición no puede sacudirle la badana por ello. Pero es solo eso, teoría: en la práctica, ya lo está haciendo. ¿Eh?

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