En los últimos años hemos asistido a un importante cambio en nuestros hábitos de comportamiento con la aparición de los dispositivos móviles, el acceso a internet, el comercio electrónico, en definitiva, las nuevas tecnologías. Pero esto también se ha traducido en una presencia casi única en diferentes sectores del mercado de productos de grandes multinaciones de base tecnológica. Nombres como Apple, Google, Amazon, Facebook o Microsoft forman parte de nuestro vocabulario habitual y nos acompañan con sus productos en nuestra vida cotidiana. Sin embargo estas compañías no son cotidianas ni habituales en su cumplimiento fiscal con la Hacienda española, ni tampoco con la de los demás países europeos donde venden sus productos y prestan sus servicios.

En esta época de sociedades offshore y paraísos fiscales, estas multinacionales dejan de pagar impuestos en Europa con lo que se ha dado en llamar "planificación fiscal agresiva", que en realidad es una forma de no pagar impuestos a partir de estructuras que permiten el trasvase del beneficio a territorios de nula tributación. Para ello cuentan con la aquiescencia de determinados países como Holanda, Irlanda o Luxemburgo, con los que negocian impuestos de sociedades y bonificaciones fiscales a la carta. Todo ello para generar un fraude que se traduce, según un Informe del Parlamento Europeo, en un agujero fiscal en el conjunto de la Unión Europea de más de un billón de euros anuales, considerando fraude, evasión fiscal y planificación fiscal agresiva. A la vista de las cifras que se están reclamando por diferentes países de la Unión Europea a estas multinacionales, entendemos que buena parte de este agujero deriva de su planificación fiscal.

Sirva como ejemplo Apple, que está siendo investigada por la Comisión Europea por una posible deuda fiscal de 8.000 millones de euros en impuestos dejados de pagar por los beneficios generados en el conjunto de la Unión Europea en el periodo comprendido entre el 2004 y el 2012, que alcanzaron la nada desdeñable cifra de 64.000 millones de euros. O Google, que recientemente ha alcanzado un acuerdo con el Reino Unido para abonar 130 millones de libras en concepto de impuestos sobre beneficios no pagados en ese país durante un periodo de diez años, que ha sido muy criticado por excesivamente generoso, y a la que Francia reclama por este mismo concepto 500 millones de euros. Frente al 30% que grava el beneficio de las empresas españolas, todas estas multinacionales están tributando en Europa a un tipo efectivo inferior al 2,5% de sus beneficios.

Todos deberíamos de reflexionar sobre el hecho de que la propia Europa se ha convertido en un paraíso fiscal para estas empresas que facturan en el viejo continente miles de millones de euros sin tributar apenas por sus beneficios. Estas multinacionales tecnológicas han monopolizado el mercado con sus productos y servicios pero no generan apenas ingresos tributarios en los países donde se consumen.

¿Y cuál es la reacción de nuestros gobiernos? Reuniones y mas reuniones, medidas consensuadas en el seno de la OCDE que tardan años en implementarse y que cuando se pongan en práctica ya estarán obsoletas. Es cierto que contra este fraude fiscal, perdón, planificación fiscal agresiva, solo se puede luchar con una actuación consensuada en el seno de la Unión Europea para evitar que países como Luxemburgo, Holanda o Irlanda permitan la fuga de bases imponibles a zonas de baja o nula tributación, pero a muchos nos gustaría ver como España se convierte en abanderada de esta lucha.

*Inspector de Hacienda del Estado