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Director técnico de la Federacion Española de Jugadores de Azar Rehabilitados

Los jóvenes y la ludopatía

Cuando uno vive en una sociedad en la cual se emiten mensajes subliminales, tales como que trabajando no vas a poder "vivir" dignamente y que lo importante es el pelotazo del euromillón a la vez que permite una política de marketing y publicidad sin control, no puede extrañarse después de que en sectores de la población que aún están en pleno proceso evolutivo calen esos mensajes y los efectivicen en cualquiera de las maneras que vean en su vida diaria.

¿Cómo podemos extrañarnos de que nuestros jóvenes realicen apuestas deportivas en salones o incluso en bares si sus ídolos anuncian esas mismas casas de apuestas?, si en los telediarios nos dicen "si sueñas, loterías", ¿qué sucede? ¿Es que somos inmunes a toda esa publicidad propiciadora de la práctica del juego de azar como mecanismo de realización?

Si a esto le añadimos la implementación que tiene internet en esa franja de edad, con la utilización de las redes sociales para realizar la fidelización de los "clientes", tenemos el resultado que tenemos.

Nosotros constatamos, por el análisis realizado en los talleres de prevención que hacemos en los institutos, que más de un 20% de menores de edad conocen y realizan apuestas. (Destacar aquí, que en España los menores de 18 años no pueden jugar).

Esta sería la segunda consideración a realizar: ¿Dónde está el control por parte de la administración para hacer cumplir la ley? ¿Dónde están las campañas de prevención? ¿Dónde la Policía Autonómica para controlar el acceso a los establecimientos de juego?

Hace veinticinco años realicé una afirmación que valdría a fecha de hoy: El juego de azar es el impuesto más dulce que pagamos todos los españoles y, por lo tanto, la administración no va a matar la gallina de los huevos de oro, puesto que le genera ingresos pero ningún gasto.

Esta premisa hace que, cuando se hable de la ludopatía, se intente minimizar el problema a una cuestión individual y clínica, sin atender los aspectos sociológicos que, sobre todo en su parte cuantitativa, se produce por las distintas medidas y planificaciones que se realizan sobre cualquier actividad.

Todo este conglomerado de factores, o sea la intencionalidad, el mensaje subliminal, la publicidad agresiva y el grado de utilización de las redes virtuales, producen los resultados comentados. Una mayor prevalencia de personas enganchadas al juego de azar que en el día de hoy concluyen en nuestros centros de tratamiento produciendo un cambio de perfil en las asociaciones.

Cuando hace unos años los medios de comunicación identificaban al ludópata con una señora con el carro de la compra provocaban en mi un enfado y un cabreo monumental, el mismo que cuando hoy lo identifican con un señor mayor en la máquina del bar gastando el dinero de la nómina.

No nos equivoquemos más, la adicción al juego está presente en todos los géneros, edades, clases sociales, religiones, y zonas geográficas pero, conforme esta sociedad "avanza" (léase con ironía) el objetivo de los empresarios de la suerte, añadiendo aquí por supuesto al Estado como operador, a través de la Lotería y otros juegos, puede variar en su población diana para fidelizar y aumentar su cuota de mercado.

No quisiera terminar esta reflexión sin realizar varias consideraciones: En primer lugar practiquemos todos una prevención transversal sobre el juego, informemos, y más a nuestros adolescentes de los riesgos de la actividad, no desde la prohibición, la cual está demostrada que no es efectiva, pero sí desde la actitud crítica y responsable que tenemos que utilizar con esta actividad.

Exijamos el cumplimiento estricto de la ley y su fiscalización por parte de las autoridades, tanto regulatorias como de salud y educación.

Apoyemos a los centros de tratamiento y rehabilitación porque garantizan una salida digna a toda esa problemática.

Compartamos con nuestros jóvenes sus actividades, no desde la autoridad generacional, sino desde el compromiso mutuo.

Prestemos apoyo efectivo a las personas que configuran esta situación patológica, sin culpabilizarlas pero haciendo que encuentran la salida a su malestar.

Practiquemos hábitos saludables en nuestra convivencia, luchando por una salud integral y armonizando nuestras actividades saludables con toda la familia.

Eduquemos a nuestros hijos en los valores en los que creemos, y dotémoslos de armas informativas para defenderse de la agresión publicitaria que reciben por todos los medios.

Imagino que esta proclama no tendrá mucha aceptación por parte de algunos sectores, pero desde el movimiento asociativo, sabemos que algunas veces David hizo y hace tambalear a Goliat.

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