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Personas, casos y cosas de ayer y de hoy

La iconografía del ergotismo

El ergotismo o "fuego de San Antonio" es una enfermedad causada habitualmente por la ingestión de pan de centeno y, con muchísima menos frecuencia, por la avena, el trigo y la cebada, contaminados por el hongo Claviceps purpurea o cornezuelo. Este parásito de las gramíneas contiene alcaloides, del grupo de la ergolina, derivados del ácido lisérgico, que ejercen una amplia gama de actividades, incluyendo efectos sobre la neurotransmisión y la circulación. Las repercusiones sobre la neurotransmisión dan lugar al ergotismo convulsivo que se traduce en cambios de la conducta, alucinaciones, espasmos y convulsiones. Las consecuencias sobre la circulación, motivadas por el incremento de la contracción arterial, conducen a dolor y frío intenso y repentino de las extremidades, seguido de quemazón interno, que termina por desencadenar necrosis de los tejidos y gangrena seca. Los miembros se vuelven negros y arrugados para al final desprenderse sin sangrado. Las victimas que lograban sobrevivir quedaban mutiladas. Existían otras variantes de la enfermedad, entre ellas, una forma peculiar en la que los pacientes sufrían inexplicables intensos dolores abdominales que finalizaban en muerte súbita. En las mujeres embarazadas conducía de forma invariable al aborto. En contraposición con los efectos nocivos del cornezuelo, se han identificado muchos compuestos químicos con acciones farmacológicas eficaces sobre diferentes tipos de patologías. Después de Rusia -"russian ergot"-, la región noroeste de la península ibérica -"spanish ergot", con Galicia a la cabeza- fue la mayor y mejor productora y exportadora de cornezuelo (Faro de Vigo, 24.04.2016 y 08.05.2016). La recogida del cornezuelo, al que denominaban "grao de corvo" o "dentón" se prolongó hasta los años setenta del pasado siglo en Lugo y, en menor cuantía, también en Ourense. En la actualidad tal recolección es inexistente debido, por una parte, a la reducción drástica de la producción de centeno y, por otra, a la falta de demanda de los laboratorios.

Como ya adelantamos, este mal ya fue descrito en el libro sagrado de los parsis (siglo V a.C.) y alcanzó su máximo apogeo en la Edad Media, edad "oscura" o "tenebrosa" para toda la sociedad europea y de forma particular para la medicina. Sin embargo, la epidemia contribuyó a la creación de hospitales a lo largo del Camino de Santiago, especialmente de la orden monástica de San Antonio. La enfermedad es desconocida para los médicos actuales, ya que no se producen nuevos casos; si bien tengo la certeza de que los médicos anteriores a los años cincuenta sí recogieron observaciones esporádicas, como ellos mismos me informaron. Conservo una historia clínica de mi padre correspondiente a un paciente de la provincia de Lugo, en 1942, en la que sin lugar a dudas un adolescente presentaba una forma moderada de ergotismo. También obra en mi poder, formando parte de una humilde colección de botámenes de farmacia -los mejores gracias a la generosidad del boticario José Ignacio Fontaíñas Sánchez (Faro de Vigo, 30.10.2011)-, un albarelo de finales del XIX que contiene cornezuelo de centeno. Nuestros farmacéuticos llegaron a tener extrema pericia en la preparación de productos derivados de este hongo parásito. Es bueno advertir que el ergotismo nada tiene que ver con la erisipela, infección de la piel causada por las bacterias estreptococos del grupo A, a la que también se le denominó "fuego de San Antonio" y de la que todavía constatamos observaciones en la actualidad, sobre todo en niños y ancianos.

La fidelidad y el realismo con que los pintores llevaron a sus obras las distintas formas de ergotismo, en las épocas en que fue epidémico, nos permite saber de qué manera se expresaba la intoxicación. Ya me he referido a las fuentes que he utilizado, entre otras, los trabajos de Carlos Illana-Estebán (2008 y 2009), a los que hoy añado los de Isabel Morán Suárez (Asclepio. 1996) y la tesis doctoral de Ana María Leyra Soriano (Madrid, 1995), que mis lectores pueden consultar. Mi artículo de hoy es una mera y breve recopilación, a nivel de divulgación. Lo único original es mi propia interpretación de los datos.

Pieter Brueghel, El Viejo (Bruegel, Breda, 1525 - Bruselas, 1569), en el cuadro Los mendigos (1558. Museo del Louvre. París), representa a varias personas mutiladas por el ergotismo gangrenoso, hasta el punto de que J. Lederer afirma que el cuadro debería denominarse Escena en el jardín de un hospital de Antonianos. No todos los interpretan así; para otros los lisiados, que llevan colas peludas de tejón en sus vestidos, aluden al partido de "Los Mendigos", calvinistas rebeldes al gobierno de Felipe II. A tal conclusión se sumarían la corona de papel, el casco de papel, una boina, un gorro y una mitra con el que cubren sus cabezas, y con los que aludirían, respectivamente, al rey, a los soldados, a los burgueses, a los campesinos y al obispo. Para la médica humanista argentina Cristina Moscato se tratarían de enfermos leprosos, exégesis que no comparto. La misma interpretación, la de lisiados por ergotismo, puede darse a la imagen central de la pintura del mismo autor, El combate entre don Carnal y doña Cuaresma (1558. Museo de Historia del Arte. Viena), donde aparecen varias personas mutiladas con piernas de madera, muletas y artilugios en las manos.

Otro pintor flamenco enigmático, complejo y de controvertida interpretación, el neerlandés Hieronymus Bosch, El Bosco (Blois-le-Duc, 1450-1516) representó figuras con deformidades físicas, que parecen corresponder a enfermos de ergotismo en relación con su santo sanador. El dibujo preparatorio para estos cuadros fue el llamado Mendigos y Tullidos (Gabinete de las Estampas de la Biblioteca Real de Bruselas), que recoge diferentes lisiados, con piernas o brazos deformados y mutilados. Tales personajes fueron el punto de partida para varios de sus cuadros, pero por razones de espacio he de limitarme a comentar cinco de ellos. El primero es un tríptico, en óleo sobre tabla, titulado Las tentaciones de San Antonio (h. 1501. Museo Nacional de Arte Antiguo de Lisboa). En él se representan las torturas a que fue sometido el santo y las alucinaciones que provocaba el cornezuelo. En su tabla central aparecen dos lisiados por aparente ergotismo gangrenoso, uno con pierna de madera y otro vestido de rojo con sombrero, que tiene a su lado un pie amputado y atrofiado. El segundo es el Tríptico del juicio final (1482. Academia de Bellas Artes de Viena). En la tabla interior central aparece un monstruo de vientre hinchado, con la cara y pies azulados y con la cabeza cubierta con el gorro que llevaban en el hospital de los Antonianos, que parece corresponderse con manifestaciones de ergotismo. Al cerrar el tríptico, en su tabla derecha aparece un San Bavón, al que suplican una mujer y un niño y, detrás del santo, un enfermo de ergotismo y otra vez un pie cortado. El tercero, de nuevo denominado Las tentaciones de San Antonio (1500-1525. Museo del Prado.Madrid), es un óleo sobre tabla, en el que figura un San Antonio acurrucado debajo de un árbol hueco, meditando, rodeado por los demonios y sentado ante un lago, en el que nada hacia la orilla un enfermo de ergotismo. El cuarto, también llamado Las tentaciones de San Antonio (Museo des Valenciennes, Francia), recoge al santo ante el umbral de la iglesia de un monasterio, al que se acercan afectados de ergotismo buscando su curación. La expresión de la intoxicación por cornezuelo es ostensible por el debilitamiento muscular y la distonía características. Finalmente, el quinto, asimismo de titulo Tentaciones de San Antonio (1ª mitad del siglo XVI. Monasterio de El Escorial), es una tabla anónima, para unos atribuida a la Escuela de El Bosco y para otros a Jan Massys u otro pintor de su escuela o entorno. Es una obra distinta a las representaciones habituales, ya que aparenta recrear una fiesta galante en la que las tentaciones vienen dadas por las actitudes humanas placenteras, mientras los diablos ocupan un segundo lugar. El verdadero protagonista, San Antonio, aparece en un segundo plano, en el ángulo superior izquierdo, con un personaje ciego con una zanfona, custodiado por un perro. Son muy evidentes los signos de ergotismo: mano contraída por las convulsiones y blefaroespasmo que le priva de la visión.

Para terminar, no podemos dejar de citar al retablo del Monasterio de San Antonio de Isenheim (1512-1516. Museo de Unterlinden de Colmar, Alsacia. Francia), obra maestra del pintor renacentista alemán Matthias Grünewald (Wurzburgo, entre 1455 y 1483 - Halle, 1528). Es un retablo políptico, de nueve paneles, cuyas distintas configuraciones podían ilustrar los distintos períodos litúrgicos durante el culto de acuerdo a las fiestas correspondientes. Tiene dos conjuntos de alas, mostrando tres conformaciones distintas, articuladas en torno a un altar tallado compuesto de esculturas. El conjunto estaría debajo de un montante gótico esculpido y dorado. El expresionismo y el realismo de la obra hacen que las lesiones de los personajes sean muy significativas y llevan a mantener al doctor García de Yébenes (Arch. Neurobiol. 1991; 54: 37-40) y otros autores que, con toda probabilidad, el pintor usó como modelos a pacientes con ergotismo. En la primera vista del retablo se observan una crucifixión y varios santos, entre los que está San Antonio a la derecha. El propio Cristo exhibe pústulas y presenta los pies y las manos con intensa lividez, contraídas y retorcidas, como solía suceder en los afectados por la intoxicación. En la escena de las tentaciones, en su ángulo inferior izquierdo, se puede ver una figura humana con numerosas lesiones pustulosas, que parecen concernir a ergotismo, sin que se puedan descartar otras posibilidades diagnósticas.

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