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Luis M. Alonso.

sol y sombra

Luis M. Alonso

'Qué viva Spanien'

La ausencia de comprensión por parte del mundo del fútbol de ciertos símbolos emergentes nacionales quedó de manifiesto con la despedida tributada a Pep Guardiola por la directiva y los aficionados del Bayern de Múnich. El entrenador -catalán y separatista- tuvo que escuchar cómo le cantaban la canción de Manolo Escobar "¡Qué viva España!", que cualquiera en Alemania entiende como la plasmación alegre, popular y desinhibida de una identidad. Pero a Guardiola, que reniega de su pasaporte, no lo han entendido o no ha sabido expresarse. Del mismo modo que el de Sampedor tampoco ha encajado, a la vista de los sucesivos fracasos europeos, en la soberbia idiosincrasia bávara. El mundo, pese a los encomiables intentos diplomáticos de la Generalitat por promocionar el país petit, vive ajeno a las insulsas querellas locales. Ningún aficionado del Bayern, ni siquiera quienes lo dirigen, se ha esforzado un segundo en ocuparse de las obsesiones de Guardiola. Él, a su vez, no ha sabido corresponder a las obsesiones por proclamarse campeón deEuropa del club de Múnich.

No me resisto a pensar en la justicia poética de unos aficionados resarciéndose de tres años de derrotas consecutivas en semifinales europeas contra equipos españoles, pero más bien hay que pensar en que si a Guardiola lo despiden con la canción deManolo Escobar no es por represalia, sino por desconocimiento del prusés.

El viva Spanien por los aficionados del Bayern es el colofón al esperpento de las esteladas con que algunos seguidores del Barça han querido desafiar al resto de los españoles y sus símbolos. Algo que tampoco encaja con la forma en que los culés han celebrado la obtención de un torneo que se llama Campeonato de España Copa del Rey. La vida está llena de contradicciones. Y de despedidas emotivas, como la de Guardiola.

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