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El meollo

El monumento de Cabanelas

Cuando las relaciones entre el Sergas y el Ayuntamiento no eran tan cordiales como ahora, sino más bien distantes, desde aquí mismo se sugirió por primera vez la conveniencia de aprovechar la peatonalización de Loureiro Crespo para buscar su integración con el Hospital mediante la supresión del muro y la verja que separan ambas estancias. Luego el concejal Luís Bará hizo suya esa idea, naturalmente sin conocer su procedencia originaria, cuya paternidad no voy a reivindicar ni por asomo para evitar peores males.

El caso es que la administración sanitaria ha dicho sí a la proposición municipal de sustituir ese muro por un banco corrido, que resulta una mejora muy sencilla, económica y adecuada a su entorno. En justa correspondencia, el Ayuntamiento también va a autorizar al Sergas la apertura del aparcamiento colindante con el Hospital, que acumula ya años sin ningún uso y muerto de risa. O sea un trueque de libro, con el que ganamos todos.

Pero dando otra vuelta de manivela al asunto en cuestión, no sería ninguna tontería abordar conjuntamente entre ambas instituciones una ubicación más visible al monumento dedicado a Manuel Barreiro Cabanelas, que pasa bastante desapercibido dentro del recinto sanitario ajardinado.

Tanto la obra del gran escultor Francisco Asorey, tasada en 10.000 pesetas de 1940, que era dinero entonces, como la personalidad distinguida del Conde de Cabanelas, piden a gritos un nuevo emplazamiento acorde con su grandeza por partida doble.

Barreiro Cabanelas, un emigrante de Covelo-A Lama que hizo fortuna en Río de Janeiro, fue un gran benefactor de su pueblo de origen; también se volcó con el Hospital de Pontevedra, e incluso mereció el título otorgado por la reina María Cristina, que jamás utilizó, en reconocimiento a los barcos cargados de víveres y mercancías que sufragó para las tropas españolas en la guerra de Cuba. Todo un personaje merecedor de un mayor y mejor conocimiento hoy en día entre tanta mediocridad y chabacanería.

El meollo de la cuestión está en acertar con un lugar más adecuado que haga honor al singular monumento a Cabanelas, que cinceló Asorey hace 75 años por encargo de la Diputación en reconocimiento a su bonhomía.

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