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Ánxel Vence.

Crónicas galantes

Ánxel Vence

El rollo de las noticias

Internet está convirtiendo al periódico en un rollo de papel virtual que escupe noticias día y noche, sin apenas pausa: un poco al modo de lo que pasaba con los teletipos en las antiguas redacciones. Apremiada por esas urgencias propias de la radio, la prensa no dispone del tiempo necesario para evaluar lo que publica en la web y, muy a menudo, ha de corregirse a sí misma cada pocas horas o minutos. Su credibilidad no gana gran cosa con este método, lo que acaso explique el prestigio que conservan aún los diarios de papel pese a su inevitable pérdida de audiencia.

Curiosamente, la Red que tanto ha contribuido a difundir la información en todo el mundo supone una vuelta atrás en los hábitos de lectura. El ordenador, la tableta y el móvil nos han devuelto la antiquísima costumbre de leer el rollo, que la Humanidad perdiera hace siglos con la llegada de los códices numerados en páginas.

El lector que se informa en la pantalla de cualquiera de estos ingenios no hace otra cosa que desenrollar un papel, ahora hecho de pixeles, exactamente del mismo modo usado en la antigüedad para leer los rollos de papiro o pergamino. Siglos después de que ese formato fuese sustituido por el de las páginas numeradas, la lectura en rollo se ha impuesto otra vez por una vía tan moderna e inesperada como la cibernética.

A los periódicos no les queda otra salida que adaptarse a los nuevos si bien viejísimos hábitos de lectura introducidos por Internet. La inmediatez de este medio les obliga, de entrada, a jerarquizar las noticias por un orden puramente cronológico; pero además de eso hay que evitar también que las informaciones se conviertan, por mera acumulación, en un rollo indigerible para el lector.

El empeño es formidable, si se tiene en cuenta que la sobredosis de información que uno encuentra en la Red ha disminuido la capacidad -o la paciencia- del consumidor de textos para asimilarlos. Aquellas noticias que superen los cinco o seis párrafos se convierten de inmediato en un rollo que la mayoría de los lectores tienden a saltarse, con las enojosas consecuencias que eso tiene para el editor.

Para evitar la fuga de clientes, aunque no sean de pago, la prensa pretende captar lectores en el territorio urgente de Internet mediante la publicación de un número cada vez mayor de curiosidades que antes se agrupaban en una breve sección de "miscelánea" o algo así. Pasan a ser noticias acaso no muy importantes, pero sí muy leídas, las que dan cuenta de trasplantes de penes, perros que bailan el charlestón, ancianas que atribuyen su longevidad al porro o consejos sobre las diversas maneras de preparar la mayonesa.

Si a todo esto se añade la prontitud, o ligereza, con la que deben publicarse las informaciones para que el rollo de noticias no deje de fluir, fácilmente se entenderá que el periodismo empiece a formar parte de la industria del entretenimiento.

Asustado por esa perspectiva, el director del venerable Times de Londres anunció semanas atrás que su periódico dejará de publicar noticias en tiempo real y a mogollón para actualizar la web del periódico tres veces al día, como en tiempos de las viejas ediciones de papel. La idea es ofrecer artículos elaborados "en profundidad" y "dotar de sentido" a la catarata de informaciones que se solapan en el rollo de la Red. Falta por saber si el público, tan maleado ya, le sigue el rollo.

stylename="070_TXT_inf_01">anxelvence@gmail.com

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