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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La copia

A estas alturas de las precampañas, quedan pocas dudas acerca de que todos harán algo muy parecido a lo de la anterior. Y, probablemente, al decir de las encuestas, el resultado apenas variará; o sea que para formar un gobierno que pueda gobernar, los diferentes Partidos necesitarán una cultura y prácticas democráticas que no tienen. Porque esas monsergas acerca de las distancias ideológicas, la hostilidad recíproca de las bases y demás excusas son solo eso: excusas. En ningún sistema del entorno comunitario la gente vota para que gobierne otro, pero sí para que entre los más afines caso de ser necesario, se pongan de acuerdo y saquen adelante los problemas.

Y se habla de campañas, en plural, porque las que están en curso tienen una doble característica: de una parte buscan el respaldo de las organizaciones para obtener resultados en las Cortes Generales, pero de otra, en Galicia, se pretende ensayar lo que deben ser y salir de las autonómicas de octubre. Y también para estas es aplicable el principio general que, a modo de opinión personal siempre discutible, se exponía antes; los Gallegos votarán a quienes quieran, y no al resultado que, a través de interpretaciones de despacho, le den a sus votos los profesionales. Y pueden y deben, los habitantes de este antiguo Reino exigir que antes de que llegue la hora definitiva, los partidos dejen establecidas sus preferencias y sus razones para escoger, en caso de necesidad, sus aliados. De lo contrario habrá que reclamar, en el marco de una reforma electoral urgente, que se formalicen las alianzas antes y no después de las elecciones.

Es verdad que, según algunos observadores, la no coincidencia en el tiempo de ambos comicios convierte a las que se celebran después en una especie de copia de las de antes. Pero, aun así, los argumentos en favor de la separación siguen siendo válidos; sobre todo el que deja claro que octubre permitirá el abordaje específico, y por tanto más profundo, de las cuestiones que afectan al país, una vez debatidas y resueltas las del Estado.

El peligro está en que además de las campañas el resultado sea idéntico casi entre las dos. Porque eso supondría el riesgo real de que el progreso, ligero pero evidente, de Galicia quede frenado al chocar dos modos opuestos de gobernar. Y dos programas: uno, resultado de la continuidad con modificaciones necesarias y el otro una incógnita que a día de hoy debe calificarse así porque ni siquiera se conoce quién o quiénes la integrarían.

Eso es lo que hay y por eso se reclama un ejercicio de pedagogía política, de coherencia y de lealtad con los votantes dejando las excusas y argumentaciones artificiales a un lado. Todos los gallegos quieren "cambio", pero entendido de forma diferente: unos, a base de corregir los errores de quien gobierna - la Xunta actual- y otros en sentido opuesto. Ya se verá el balance, pero una cosa es segura: nadie quiere que ese "cambio" sea a peor. Y no todos lo garantizan. ¿Eh??

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