La variante de Marín es un vial peligroso para los conductores. Así lo pone de manifiesto el elevado número de siniestros ocurridos en esta carretera desde su inauguración en julio de 2012. En menos de cuatro años usuarios, vecinos y políticos han dado la voz de alarma y exigen mejoras en su trazado de solo 13 kilómetros e incluso su desdoblamiento.
La historia de la VG 4.4 resulta conflictiva desde el mismo momento en el que se proyectó entre el nudo de Mollabao y la parroquia marinense de Ardán. Esta fue una obra muy demandada por los conductores de la comarca hastiados de los atascos diarios a la entrada de Marín y, especialmente durante el verano con el regreso de las playas del Morrazo. A pesar de su necesidad, esta carretera se finalizó veinte años después de ser proyectada por la Xunta de Galicia. Fueron dos décadas con los conductores condenados a atascos kilométricos.
A pesar de tener solo 13 kilómetros, la variante fue construida en dos partes, el primer tramo se abrió al tráfico en 2006 entre Ardán y Figuerido, de 8,6 kilómetros, y el vial acababa en pleno monte, lo que nadie entendía y solo era utilizada por los residentes de las parroquias por las que pasaba, ya que los pontevedreses se veían obligados a salir de esta vía rápida para adentrarse en una carretera secundaria, estrecha y peligrosa y con la consecuente pérdida de tiempo.
Hubo que esperar otros seis años para completar los 4,4 kilómetros restantes para completar la obra entre la capital y el la parroquia marinense limítrofe con Bueu.
Las discrepancias entre Xunta y Fomento sobre donde debería concluir la variante, con posiciones enfrentadas sobre la idoneidad o no de acabar en la fachada marítima fue otra tortuosa negociación. La desidia con la que los distintos gobiernos de la Xunta gestionaron los plazos de construcción fueron provocando un retraso en su entrada en funcionamiento ante la desesperación de los ciudadanos de la comarca. Todo un despropósito.
El resultado final está a la vista, lo que tenía que ser un enlace directo con la península de O Morrazo y el principal eje de conexión entre la capital y esta comarca, es a día de hoy una carretera por la que circula poco tráfico para las previsiones que existían (unos 6.500 vehículos al día). Su peligrosidad por su trazado sinuoso, su pronunciada pendiente en su tramo de Mollabao, y sus deficientes accesos hacen que muchos conductores opten por usar la carretera de la costa, a pesar de emplear más tiempo.
Las consecuencias, un elevado número de accidentes desde el mismo momento de su entrada en funcionamiento. Solo entre 2012 y 2014 se produjeron 24 siniestros con 34 heridos, y en el último mes y medio la cifra se dispara a un accidente cada tres días con el agravante de que muchos de ellos han sido de gravedad e incluso mortales como ocurrió el pasado fin de semana con el fallecimiento del marinense Manuel Soage.
La asociación de víctimas de accidentes de tráfico "Stop Accidentes" no ha dudado en calificar a la variante de Marín como una "infraestructura letal" y demanda una mediana entre calzadas y reductores de velocidad.
Casos como la autovía de O Salnés y el Barbanza, en otro tiempo vías mortales, han sido desdobladas y el resultado no ha podido ser mejor, apenas accidentes graves desde entonces. Otro tanto ocurrirá con el Corredor del Morrazo, al que por pura lógica debería estar unida la variante de Marín.
Este tipo de carreteras planteadas como una vía rápida y con un solo carril por sentido se ha demostrado que resultan muy peligrosas. Ante esto la administración responsable, en este caso la Xunta, está obligada a adoptar medidas de seguridad vial en este peligroso trazado, porque esta tragedia que ya se ha cobrado demasiadas víctimas no es asumible.
Está claro que no todas las carreteras se pueden desdoblar por su elevado coste, pero sí hay que exigir que una carretera de reciente construcción y que es prioritaria para el desarrollo de la comarca sea segura. Esta sangría de accidente y víctimas debe acabar de manera urgente. Lo dicho, todo un despropósito desde el día en que se proyectó.
