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Nombres propios

Manuel María, escritor reintegracionista

"Es difícil un consenso tan amplio como el que suscita Manuel María", es una reciente frase del inefable Alonso Montero, actual presidente de la RAG, que pronunció hace unos días para hablar del poeta chairego, al que este año, con acierto, se le dedican las "Letras Galegas". El ribadaviense se mostraba sorprendido por el amplio consenso que existe en nuestra tierra en torno a la figura de Manuel María Fernández Teixeiro. Sin darse cuenta que el escritor de Outeiro de Rei, por muchos años afincado en Monforte de Lemos, además de amar su tierra como nadie, y muy especialmente su idioma, fue un gallego ejemplar, bueno y generoso (como los que señala nuestro himno), que respetó siempre a todos los gallegos y gallegas, en sus ideas, sus opiniones y sus posturas lingüísticas, sin discriminar a nadie y aceptando las diferentes normativas que existen para la escritura de la lengua gallega, incluida la norma internacional lusófona que nos abre al mundo. Manuel María fue en este tema ejemplar y modélico y uno de los pocos que pensaba que se debían respetar en este tema las diferentes posturas, y que fuese el tiempo, después de años de uso de las diferentes normas, el que decidiese cual era la más útil para la pervivencia del idioma. Infelizmente, sobran los dedos de una mano para contar entre los que defienden una u otra alternativa, pues en esencia son dos, la isolacionista y la etimológica, los que coinciden o coincidían con el pensar de Manuel María. Todavía recordamos aquella frase del profesor Constantino García, uno de los máximos responsables de la postura isolacionista, impuesta por decreto y sin debate en el verano de 1983, pronunciada en la redacción de un periódico en Compostela, "Mientras tengamos el poder nosotros no tenemos nada que debatir", al invitarlo a una mesa redonda de una de las ediciones de las "Jornadas do Ensino", que se iban a celebrar en la capital de Galicia, para defender su postura lingüística, que al final fue y sigue siendo la "oficial", y se continua todavía hoy marginando a los disidentes. Con grave perjuicio para la vida y el futuro del idioma gallego.

Manuel María, además, tuvo el acierto de escribir poesía gallega para los niños y también teatro infantil. Porque, acertadamente, creía que son los niños el futuro y que a ellos cabe el mantener viva nuestra lengua. En su día la ASPGP le publicó el libro de versos para la infancia As ruas do vento ceibe y la obra de teatro escolar Unha espiña de toxo chamada Berenguela. Y de forma muy hermosa el canta-autor Suso Vaamonde musicó sus poemas para niños de Os soños na gaiola. En la actualidad, miles de escolares de los diferentes centros de enseñanza de todo el territorio gallego, se están acercando a la poesía y a la figura del grande poeta del pueblo gallego, que llega a la gente como ningún otro.

Estamos seguros de que durante estos días de celebraciones alrededor de su figura, especialmente por parte de las instituciones oficiales, y de la RAG en concreto, van a ser muy pocos los que hagan hincapié y difundan su faceta reintegracionista de defensor de la norma histórica y etimológica del gallego, hoy llamada internacional o lusófona. En varias ocasiones se manifestó como adepto del reintegracionismo lingüístico, tal como señala Camilo Gómez Torres en su libro Manuel María: os traballos e os días, publicado por la editorial Laiovento en 2001, al considerar que "el reintegracionismo es el camino, pues gallego y portugués son la misma lengua con alguna variante. Yo estoy más identificado con la cultura portuguesa que con la española". Por su parte, en el libro de Xosé Manuel del Caño, titulado Conversas con Manuel María, publicado por Xerais en 1990, el homenajeado en el Dia de las Letras de 2016, comenta que el hecho de no tener más obra publicada en ortografía internacional y etimológica se debe a que "cuando comenzó este movimiento (el reintegracionismo) yo ya era viejo, soy un poco vago ("preguizoso" fue la palabra que utilizó), y tenía unos hábitos de escritura de treinta años, pero me gustaría que se utilizase la grafía del portugués, conservando nuestro propio idioma". El propio Manuel María no veía el futuro de la lengua en el isolacionismo, pues consideraba que "parte del futuro de nuestra lengua y su expansión natural está hacia Portugal. El resto de la gente del estado español es muy diferente a nosotros, hay muchos siglos de mentalidad centralista encima, y yo pienso que los escritores de lenguas periféricas, en Madrid, no se leen ni traducidos".

En el caso del escritor de la Terra Chá, la defensa de las tesis lingüísticas reintegracionistas no se quedó solo en una declaración de intenciones, pues publicó ocho obras siguiendo la grafía histórica del gallego. En primer lugar tenemos la edición en Portugal de su lindo libro de poemas para niños Os sonhos na gaiola, poemas para crianças, publicado en Lisboa en 1968, con una nueva edición en 1977 en la misma ciudad, al cuidado de Arsenio Mota y António Cabral. También en Portugal, en la ciudad de Porto, por la editora Razão Actual, en 1972 se le publicaron los dos libros Noventa e nove poemas (1950-1970) y Odes num tempo de paz e de alegria. Al año siguiente, en Lisboa, Laio e clamor pela Bretanha. Pero pocos saben que, ya en 1957, en la revista 4 Ventos de Braga, en su número 10, dirigida por el gran amante de Galicia Manuel de Oliveira Guerra, publica Manuel María su obra teatral Auto do taberneiro. Ya en Galicia, la ASPGP y Galiza editora, en 1982, le publicaron en norma histórica el libro Versos do lume e o vaga-lume, al cuidado de Antonio Gil Hernández, y la AGAL en 1984, también al cuidado de este profesor, en la misma norma, A luz ressuscitada, con cuya obra esta entidad inauguró su colección de "Criaçom". Por último, em 1986, se publicó su libro Oráculos para cavalinhos-do-demo, a cargo de Caixa-Ourense, que presidía en aquel preciso momento José Posada, al que recientemente se le descubrió un monumento en su recuerdo en la ciudad de Ourense.

Infelizmente, pocos son los que saben que en el importante libro de Del Caño, citado anteriormente, Manuel María abunda en el tema del reintegracionismo. A la pregunta del autor del libro "¿Entonces valoras mucho la postura de Carvalho Calero?", Manuel María responde de forma clarividente: "Yo pienso que sí. La de Carvalho Calero y la de toda la AGAL. Yo soy socio de AGAL y estoy con ellos. A mí lo que me parece inconcebible es la operación que hicieron con la ortografía gallega. En primer lugar, se juntaron un montón de filólogos para dar estas normas. Entiendo que un idioma hecho por filólogos es aberrante, porque tienen una deformación profesional que mete miedo. En el asunto del idioma pienso que tienen mucho que decir los escritores, que son los que trabajan con él. Es decir, que esto fue una cosa de laboratorio. Le pasó a la Real Academia Galega, que no es una academia de la lengua, aunque el señor García Sabell y sus muchachos quieran dar el golpe de mano en ese sentido". Las palabras que siguen de su respuesta no tienen desperdicio alguno, en las que critica duramente a la RAG. La misma que decidió dedicarle a él las Letras Galegas de 2016, y que no ha tenido la dignidad todavía de habilitar un año de las Letras para quién mucho lo merece, como es D. Ricardo Carvalho Calero.

Manuel María visitó Portugal muchas veces y en diversas ocasiones, y, como Castelao, pensaba que "nuestra lengua florece en Portugal". O como Otero Pedrayo, que "Galicia es una prolongación de Portugal, o Portugal una prolongación de Galicia. Lo mismo da". Igual que Vilar Ponte, pensaba Manuel María que "el gallego que no ama a Portugal no puede amar a Galicia". En la década de los sesenta, exactamente en 1964, nuestro poeta y dramaturgo, después de ganar el primer premio del concurso Nieto Peña de Radio París, viaja por primera vez a Portugal, llegando hasta Lisboa. Hermosa ciudad en la que compra un montón de libros, especialmente de clásicos portugueses, que iban a tener una gran influencia posterior en el escritor lucense. Poco más tarde se integra Manuel María, junto con otros escritores gallegos, en el "Círculo de Estudos Galaico-Portugueses", dinamizado por Oliveira Guerra, que citamos anteriormente, en el que se publica la revista Céltica, apoyada además por la "Associação de Jornalistas e Homens de Letras de Porto". Por parte gallega formaban parte del Círculo y publicaban en esta revista, además de Manuel María, entre otros, Leandro y Uxío Carré, Pura y Dora Vázquez, Celso Emilio Ferreiro, Antón Tovar, José Mª Álvarez Blázquez, Miguel González Garcés, Victoria Armesto, Enrique Chao, Xohana Torres y José Mª Castroviejo.

Y antes de que se nos olvide, queremos recordar a nuestros lectores que Manuel María participó en muchas de las ediciones de las "Jornadas do Ensino de Galiza e Portugal", que durante 32 años, de 1978 a 2008 organizó la ASPGP, en diferentes localidades de Galicia. En las que nuestro escritor siempre se encontraba muy a gusto. No olvidando tampoco su conferencia pronunciada en la década de los 80, en la Escuela Normal de Ourense, sobre las "Irmandades da Fala", tema del que era un gran especialista y disfrutaba mucho hablando sobre este importante movimiento, nacido en algunas de las ciudades gallegas en 1916, del que este año de 2016 se celebra el centenario. Que casi no se nota, porque muchos de sus dinamizadores eran precisamente defensores del reintegracionismo lingüístico.

Manuel María había nacido el 6 de octubre de 1929 en la localidad lucense de Outeiro de Rei, y falleció en Coruña el 8 de septiembre de 2004. Era hijo de los labradores Antonio Fernández Núñez y Pastora Teixeiro Casanova. Entre los temas de sus obras, muchas escritas para niños, destacan el amor, el arte, el compromiso, la denuncia de las injusticias, la etnografía, la física, la historia, la inmaterialidad, la mitología, el mundo animal, la naturaleza, la palabra poética, el paso del tiempo, la religión, la sociedad, la socio-lingüística, los trabajos agrícolas, las fiestas populares, el urbanismo, la geografía y, especialmente, Galicia, su tierra, con mayúsculas, y sus símbolos.

*Educador social y animador cultural

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