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El homenaje a Paquito

Medio centenar de relevantes personalidades ofrecieron en 1945 una gran merienda al popular camarero en la planta alta del Savoy

Tal día como hoy pero en 1945, todo estaba listo y dispuesto para un homenaje insólito que veinticuatro horas después tenía como gran protagonista a Francisco Martínez Fernández, más conocido como Paquito el del Savoy. Sin duda fue el acontecimiento del día en Pontevedra aquel 23 de mayo.

Paquito solo tenía 24 años, iba a cumplir una década como camarero del Savoy y ya era toda una institución. Durante ese tiempo se había ganado el cariño de una nutrida y selecta clientela. Eso explica la organización del homenaje, que tuvo como promotores destacados al escritor Celso Emilio Ferreiro y al dibujante Agustín Portela Paz.

"Yo no quería, pero ellos se empeñaron, y como me apreciaban tanto, no pude decirles que no", me contó Paquito en su piso de Las Torres un mes antes de morir, al tiempo que mostraba las fotos del acto que colgaban en sus paredes con indisimulado orgullo.

En aquel tiempo de miseria, tristeza y oscuridad, también existía en esta ciudad una especie de microcosmos u oasis cultural, agitado y deslumbrante, en donde todo era posible. Escritores, artistas, músicos, poetas y hasta funcionarios hicieron viable a pequeña escala otra Pontevedra deslumbrante. A la primera de cambio se organizaba un homenaje por cualquier pretexto: la edición de un libro, la inauguración de una exposición, la celebración de un concierto?..En aquel contexto surgió el homenaje a Paquito el del Savoy.

Si sorprendente resulta hoy imaginar una distinción semejante a un camarero, todavía más asombro produce la personalidad y significación de algunos participantes en aquella merienda. Aquí va solo una muestra:

Raymundo Riestra Calderon (II marqués de Riestra) Aquilino Iglesias Vilarelle, Emilio Quiroga Losada, Juan Manuel Lazcano Castedo, Enrique De No, Robustiano Fernández Cochón, Rafael Lenard, Luís Pérez Pontón, José Anibal, Mariano De Pedro García, Juanito Novoa, Enrique González García ("Coca"), Ramón López Arca y un largo etcétera, hasta sesenta participantes, incluidos los mentados promotores Agustín Portela y Celso Emilio Ferreiro.

El festejo consistió en una opípara merienda a partir de las siete y media de la tarde en la parte alta del propio bar Savoy, que entonces se denominaba Saboya. Por una vez, Paquito no ejerció de solícito camarero, que era lo suyo, sino de centro de la reunión. Y para la ocasión se puso su mejor traje y corbata, engominó sus rizos y se mostró exultante.

Celso Emilio Ferreiro hizo de maestro de ceremonias y ofreció el homenaje subtitulado como "vitamínico tropical" en honor a los estimulantes cócteles que Paquito preparaba como barman. El escritor resaltó no solo la simpatía, respeto y bondad del homenajeado, sino que también puso un acento especial en sus "taumatúrgicas facultades lingüísticas".

Esa referencia venía a cuento de que cuando estaba en vena, Paquito hablaba de una manera peculiar al estilo Cantinflas, con mucha rapidez, bailando letras y comiéndose palabras. El resultado de ese batiburrillo era una especie de trabalenguas que divertía mucho a su asidua clientela.

Agustín Portela realizó en recuerdo del acto un dibujo del homenajeado con su uniforme de faena, chaquetilla blanca y pantalón negro con raya blanca, luciendo en su mano izquierda un trofeo de campeón sobre su inseparable bandeja. La caricatura se pasó a la firma de todos los asistentes y Paquito guardó como oro en paño aquel regalo, que colgó junto a las fotos de aquella celebración.

Juan Manuel Lazcano, el hombre que más sabía de cine en esta ciudad, leyó unos versos alusivos, se ignora si de inspiración propia o prestada que, en cambio, se perdieron en el viento.

El broche del homenaje corrió a cargo del pintor y publicista Ramón Peña, seguramente la personalidad más deslumbrante y reconocida de la bohemia pontevedresa de aquel tiempo irrepetible. Por último, habló Paquito, que estuvo sembrado:

"Me dijeron que echara un discurso --recordaba-- y hablé de cosas muy avanzadas, que no se podían decir alegremente. La gente me aplaudía mucho y yo me lancé, y dije que había que dejar atrás algunas cosas y así?".

Paquito el del Savoy se sintió aquel día uno más entre tanta gente importante y lo pasó en grande. Nunca olvido tamaño homenaje.

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