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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La infancia

Pasados ya unos cuantos días desde que la Xunta, en Consello, decidió destinar 50 millones de euros para política social, y sobre todo destinada al segmento infantil, la oposición -en su papel- no para de denunciar como "electoralista" el anuncio. Y puede que lo sea, sobre todo si se tiene en cuenta que ese dinero -procedente de la "prima" que el ministro Montoro concederá a Galicia por haber cumplido las previsiones de déficit- aún no está en las arcas autonómicas.

(Ya se sabe que el titular de Hacienda es un fenómeno a la hora de recaudar, pero a la de repartir los beneficios padece su manías. Habrá que confiar en que el de Facenda, Valeriano Martínez, le apriete las clavijas financieras, que coraje, tiene).

En todo caso, y a pesar de esas críticas -en su día el portavoz socialista José Luis Méndez Romeu dijo que en estos meses, hasta octubre, iba a abundar la propaganda: él fue conselleiro de otra Xunta y sin duda sabe de qué van esas cosas-, seguramente lo útil en primer lugar no será tanto lo que pueda sacar la izquierda con atizarle al Gobierno de Feijóo cuanto los niños, la infancia gallega, con esas ayudas. Y por supuesto sus familias también, porque se beneficiarán de ellas casi tanto -o sin casi- como sus receptores directos.

Esa lluvia -relativa- de millones, por cierto, es una de las razones por las que son muchos los que se opondrían aquí a la unificación de los calendarios electorales. Y es que aunque Enrique Tierno había advertido que las promesas electorales son las más volátiles y no conviene tomárselas muy en serio para evitar disgustos, alguna siempre "cae", y con una cita más o menos anual ante las urnas, el balance final puede ser más que satisfactorio.

Dicho todo lo anterior y dejando a un lado cualquier ironía, es preciso llamar la atención ahora que parece que hay algo más de dinero que antes, hacia el sector juvenil, sobre todo de lo que en cuanto a empleo se refiere. Y es que aparecen dos datos que preocupan -o deberían hacerlo- a cualquiera que lo piense un poco. El primero, que los índices de fracaso escolar en Galicia son demasiado altos como para pasar desapercibidos y que muchos de los que lo dejan acaban sin nada, El segundo, que el paro juvenil se acerca aquí, a veces por arriba y en otras ocasiones un poco por debajo, al cincuenta por ciento, y eso es simplemente una barbaridad.

Es verdad que los puestos de trabajo han de crearlos los empresarios y que en Galicia en eso no se esmeran, pero la Xunta podría ayudar, aunque condicionándolas a que se palie ese déficit impresentable. Ha empezado por la infancia y está bien: ahora, a seguir.

¿No...?

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