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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El centro

Uno de los elementos que más llama la atención de cuantos aparecen en el panorama político gallego es la aparente convicción del PPdeG de que en caso de necesidad contaría para la mayoría absoluta con el apoyo de Ciudadanos. Y aunque eso dependerá de lo que ocurra el 26/J, seguramente hay algo razón, ya que buena parte de sus votos el 20/D procedían de la derecha enfadada con Mariano Rajoy.

Y no se trata de una crítica global: cada uno tiene derecho en un sistema democrático como el gallego, a presentarse a elecciones y predicar sus afectos, sean nuevos o de toda la vida. Faltaría más. Pero es bastante cierto que en los pocos ejemplos que don Albert -y cía- ha dado, la coherencia con sus proclamas preelectorales brilló por su ausencia; y aunque es verdad que ese es un mal general, destaca más en aquellos que, como C´s, prometieron que a ellos no les ocurriría.

Por tanto, lo mejor parece no dar por seguras ni alianzas ni convergencias, aunque una cierta ventaja sí que tiene Feijóo sobre otros; no es Rajoy y está libre de los pecados que C´s dice que no perdona -aunque cuando les tocan a ellos hablan de "defectos administrativos"-, y en eso el presidente gallego dispone de margen de maniobra. Pero antes de un hipotético pacto, los de Rivera deberían dejar claras sus intenciones sobre el AVE gallego, que según su jefe es una de las obras que suponen "derroche localista" de algunos ministros, como Pastor.

En este punto, y sin la menor intención de faltarles al respeto a los que fueron y ahora dicen serlo, la historia demuestra que España nunca ha sido un país propicio al centro. Ni en la Restauración lo fueron Cánovas ni Sagasta, ni después Maura y en la II República, el centrismo de Azaña, Casares y Melquíades Álvarez fracasó, e incluso la moderación de los socialistas Prieto o Besteiro -don Julián- fue arrollada por los más radicales Negrín y Largo Caballero en el PSOE o Pasionaria en el PCE. Aparte los anarquistas, claro.

En Galicia ha pasado algo parecido. Centristas se decían los del Partido Galeguista, aunque en su seno hubo corrientes distintas, y después Coalición Galega, hasta que la cercanía del poder, ante el tripartito provocó la escisión que terminó con ellos.

Y no es un defecto genético, sino de cultura: los centristas, sobre todo con Rivera, creen que en política se cumple lo de Aristóteles, que in medio virtus est, sin darse cuenta de que eso no es la equidistancia sino el talante para aglutinar mayorías. Y eso -que muchos llaman bisagra- no lo tienen, aunque presuman de ello, en C´s, que en su momento de esplendor no sumaban con quien querían, que era el PSOE. Y en esas siguen.

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