¡Cuántas vidas acaban sin ser contadas, cuántas historias de nuestro entorno se pierden porque se las lleva su protagonista a la otra vida! Cierto que la mayor parte son rutinarias, monótonas... pero hay algunas con las que podría recrearse una novela y una de ellas es la de Ángel García Paz, de 90 años, en cuya casa estuve hace unos días. Ángel, que ahora parece el doble del humorista Farruco aunque fue siempre un tipo muy serio y de mucho mando, será objeto de nuestra serie Memorias el domingo (ya van 140) pero tengo tanto material que no sé por dónde empezar ni qué desechar. Claro, nació en Ferrol en 1926, tiene en su memoria algaradas que vivió de niño durante las huelgas obreras de 1934 y de la proclamación del Frente Popular en 1936, la victoria de Franco y las depuraciones posteriores, su ingreso en la Marina de Guerra y sus ascensos progresivos, el fichaje por Pescanova en 1964 y su conversión en inspector general de la flota (donde, por cierto, trabajaba Silveira Cañizares como inspector antes de lanzarse a mandar empresas como Remolcanosa, Naviera Elcano o Povisa), su buena relación con Manuel Fernández de Sousa, su paso por Remolcanosa como presidente o por la construcción de catamaranes-submarinos en la marinense Nodosa de Manuel Dopico... Ángel escribió sus memorias para sus nietos con todo eso.

Fuimos de cata con sentido

El día que estuve en casa de Ángel me fui después a una cata a la que me había invitado Elena Piñeiro, una mujer a la que admiro por su capacidad de lucha y que ahora lleva Distribuciones Ripandi. La cita era en Sentido Cocina, ese restaurante abierto en la Alameda, donde antes estaba el chino más antiguo de Vigo, por Juan Carlos Tenorio y no sé si otros, con un jefe de sala tan bien cumplido y profesional como Jaime Failde, hijo del siempre amigable peluquero que nos diseñó la sobrecubierta cerebral a muchos vigueses en el antiguo Minguela. El vino que nos convocaba era el Baigorri, cuyas bodegas riojanas son un prodigio arquitectónico, y quien dirigió la cata, Gregorio Hoyo Álvarez, delegado nacional de la bodega, la convirtió en un seminario de alto standing. ¡Qué altura de saber vitivinícola el suyo! El restaurante no quiso ser menos y preparó los diversos vinos Baigorri con un maridaje que incluyó bombones de codorniz, bocados de mar de mejillón y almeja con lámina de algas, brocheta de huerta en salsa de coco y perla de tomate... En fin, se lució el vino y el restaurante. Que se lo pregunten al abogado Jaime Barreras, que tenía a mi lado.

Ojo a Chanquete

Si vas al Centro Comercial 3 de la Plaza de América, frente al Centro Comercial Camelias, te encontrarás con La Tienda de Chanquete. Allí está un vasco refinado que es Jon Knorr, un sibarita para aconsejarte sobre los más delicados productos enlatados, pero esa tienda que le han confiado, que vende también on line, es también el resultado de una apuesta de la que aquí hablamos hace tres años La de dos oienses y un tudense, Alejandro Iglesias, Manuel Fernández y Miguel Giráldez, que en 2013 se lanzaron a la aventura de enlatar, por vez primera en España, el chanquete. Pasó el tiempo y este trío ha diversificado el producto con tales exquisiteces que podríamos afirmar que el barco de Chanquete va navegando en medio de los temporales. Quisieron montar una tienda física en Vigo que les representara y eligieron a Jon Knorr para llevarla, que es un tipo que sabe y con labia seductora. Me acaba de llamar para invitarme a la cata de este sábado, que creo que es del nuevo producto enlatado de los Chanquete: pimientos de piquillo rellenos de mejillones en salsa de marisco. Felicidades a estos emprendedores nuestros por su lucha.