Fernando Alonso regresaba ayer a la dura realidad de lo que es hoy en día su McLaren-Honda tras salir de la burbuja vivida hace dos semanas con el sexto puesto de Rusia. Y en los gestos del asturiano se empieza a notar la desazón. Ayer, tras dejarle el motor varado en Montmeló a falta de una veintena de vueltas para la conclusión de la carrera lanzó el bicampeón ovetense dos auténticos misiles directos al control de mando de la escudería de Woking. Hacia Ron Dennis.

Primero: "Tenía más ritmo (que Button) pero me dejaron ahí". Segundo: "En Mónaco (siguiente carrera) espero tener también yo el nuevo alerón y que los dos coches sea iguales".

A buen entendedor no son necesarias más palabras. La denuncia de trato de favor hacia Button es evidente. Y mientras espera contar en Mónaco con el alerón que ya tiene el inglés y en la siguiente cita de Canadá con la nueva y esperanzadora evolución del propulsor de Honda el asturiano desespera ante tanta espera.