Uno que es un degustador de la música, sin encorsetamientos ni purismos al uso, el culebrón de la banda de música de Ourense, es para pasar de partitura de procedimiento y tirar por el camino del sentido común. Que esta cuestión se convierta en asunto de estado municipal resulta obsceno, sobre todo con los problemas que tiene la ciudad. Pero lo más esperpento es que algunos lo eleven a los altares de un emblemismo endogamico. Para los hijos del asfalto musical, lo importante es apoyar e impulsar ese arte musical, sin que eso lleve consigo un componente de negóciete que huele y... mucho. Sin pretender alimentar polémicas, lo que está claro es que en este caso, como en otros, sobre todo cuando hablamos de dinero público, la cordura debe ser el mejor de los argumentos. Después de la travesía de controversia, con firmas de apoyo y reproches de coste, ahora llega un concurso, nada eurovisivo, para elegir. Lo que queda por saber es si será una banda, y de rocanrroll.
