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Ánxel Vence.

Crónicas galantes

Ánxel Vence

Podemos, IU y el mercado de futuros

Dos partidos leninistas negocian estos días el reparto de beneficios que su alianza -o más bien joint-venture- pueda reportarles en las elecciones de finales de junio. Negocio y beneficios no son conceptos que en principio cuadren con la ideología de esta clase de formaciones; pero ya se sabe que a veces es necesario transigir con los hábitos del enemigo.

Izquierda Unida, que es la parte contratante de la primera parte, reclama entre ocho y doce diputados seguros, a lo que los negociadores de Podemos replican con una contraoferta de cinco escaños fijos y cuatro variables, según discurra la votación. Los dos son amigos, pero cada uno de ellos quiere comprar o vender la vaca por lo que vale.

Inesperadamente capitalistas, los bandos de Pablo Iglesias y Alberto Garzón negocian dentro de lo que en el lenguaje de la Bolsa se conoce como mercado de futuros. Aunque sus regateos evoquen más bien la figura del tratante de feria, estamos ante dos brokers que calculan cómo va a evolucionar la cotización de su nueva empresa en las urnas para aplicarla al posterior reparto de ganancias.

Creían los más puntillosos -o quizá ingenuos- que la negociación sería en realidad un debate sobre ideas y propuestas, en la línea del "programa, programa, programa" con el que tanto daba la tabarra el otrora líder de IU Julio Anguita. Pero va a ser que no. La filosofía puede y debe esperar cuando se habla de negocios.

Negocio es, básicamente, la alianza estratégica y comercial que Podemos e Izquierda Unida han acordado establecer para la mejora de los resultados de su empresa conjunta. Se trata de lo que los empresarios llaman una joint-venture, aunque el acuerdo podría desembocar también en una fusión por absorción de IU.

A despecho de este último riesgo, la Junta de Accionistas de Izquierda Unida ha aprobado ya por amplia mayoría la alianza electoral, la fusión o lo que sea. Los accionistas no recibieron información detallada o sin detallar del futuro acuerdo; pero eso sucede también a menudo en las empresas mercantiles. No hay razón para que los leninistas actúen de modo distinto.

Sorprenderá, a lo sumo, que el verbo negociar forme parte de los usos de una gente -la "gente" por excelencia- que en general abomina de los negocios; pero la realidad tiende a imponerse a las teorías, como se sabe. Negociar, es según el diccionario de la Academia, "tratar y comerciar" ya sea con géneros, con mercancías o incluso con valores, que parecen lo más apropiado a este caso.

La definición le encaja de molde a las transacciones actualmente en curso entre los dos partidos comunistas situados a la izquierda del PSOE. Están negociando en la Bolsa electoral una compraventa de valores que aumente su futuro caudal de votos.

La única pega, de haber alguna, es el carácter misterioso y por tanto imprevisible de la economía capitalista a la que ahora se acogen los dirigentes de Podemos e IU. A diferencia de la aritmética, ciencia exacta en la que uno más uno son dos, no es seguro que en política la suma de los dos partidos vaya a incrementar o siquiera igualar el número de votos que cada uno de ellos obtenía por separado.

Su esperanza se cifra en que, aun así, la concentración del voto les permita rebañar algunos escaños más en la olla del señor D'Hondt. Habrá que aguardar, en fin, a la evolución del mercado de futuros en las próximas elecciones. No es nada personal: solo negocios.

stylename="070_TXT_inf_01">anxelvence@gmail.com

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