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Jefe de Servicio de Endocrinología

Obesidad y salud

Existen actualmente 3 grandes "epidemias" a nivel mundial, muy estrechamente relacionadas entre si: la obesidad, la diabetes mellitus tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares. España y Galicia en particular no son ajenas a esta tendencia global.

Leíamos hace pocos días en este periódico que Galicia va a la cabeza de España en cuanto a incidencia de sobrepeso y es la segunda comunidad con más obesos y es que el sobrepeso y la obesidad afectan cada vez a más personas a nivel mundial, no solo en los países desarrollados, sino también, y especialmente, en los que están en vías de desarrollo. A esta tendencia no son ajenos los niños y adolescentes en los que sobrepeso y obesidad van también en aumento y en los que empezamos a ver enfermedades antes típicas de gente mayor como la diabetes mellitus tipo 2.

Pero realmente ¿de que estamos hablando cuando decimos sobrepeso o obesidad?. Ambos términos hacen referencia al aumento de la grasa corporal. El tejido graso es necesario?pero en la cantidad adecuada.

Para valorar la cantidad de grasa en el organismo se emplean diversas fórmulas que relacionan talla y peso corporal. De estas medidas antropométricas, la más empleada es el llamado "índice de masa corporal" (imc), que resulta de dividir el peso en kilogramos entre la talla en metros elevada al cuadrado. Si el resultado está entre 20 y 25 nuestro peso es, en principio, adecuado. A partir de 25 hablamos de sobrepeso y por encima de 30 ya estaríamos hablando de obesidad, con su riesgo de enfermedades asociadas como diabetes mellitus, complicaciones cardiovasculares y en suma, aumento de mortalidad.

Esta medida de imc es útil a nivel poblacional, en estudios epidemiológicos y para una primera aproximación al problema. Sin embargo, en individuos concretos puede no ser fiable. Por ejemplo, personas con gran desarrollo muscular pueden tener un imc en rango de obesidad sin tener exceso de grasa y por tanto sin riesgo de complicaciones, en tanto que, personas con escaso desarrollo muscular, especialmente ancianos, pueden tener un imc normal o poco elevado y tener demasiada grasa corporal.

Por otra parte, tanto o más importante que la cantidad de grasa es su distribución. El exceso de grasa acumulado en la región toraco- abdominal, entre las vísceras (alrededor del hígado, páncreas y del corazón) es el que realmente predispone a complicaciones metabólicas (diabetes mellitus tipo 2, hígado graso, hepatitis o cirrosis no alcohólica) y cardiovasculares (infarto, ictus, amputaciones). De esta manera, grados menores de adiposidad pueden ser mucho más peligrosos si esa grasa está en el compartimento toraco-abdominal, que grados mayores de obesidad localizada en región glúteo-femoral y en extremidades.

Por todo ello, lo más adecuado para una valoración correcta, es hacer un estudio de la composición corporal. En la actualidad disponemos de aparatos, los impedanciómetros, que en poco tiempo, nos desglosan el peso midiendo la cantidad de grasa, músculo, líquidos de una manera fiable, y nos indican la distribución de la grasa corporal.

En las personas de alto riesgo, que son aquellas con mayor adiposidad central es importante descartar cuanto antes la presencia de complicaciones metabólicas y cardiovasculares. Para esta tarea, la tecnología moderna también nos ayuda. Aparatos como el Sudoscan miden la producción de sudor en palmas y plantas de pies en respuesta a una corriente eléctrica. Esto se altera en personas predispuestas a ser diabéticas incluso antes de que la enfermedad se manifieste en la analítica. Otros aparatos como los oscilómetros nos permiten detectar la arteriosclerosis en fases muy precoces y reversibles con tratamiento adecuado.

La causa del aumento de la obesidad en la población hay que buscarla en el cambio de estilo de vida. El consumo de alimentos de alto valor calórico, muy ricos en azúcares y grasas (muchas veces grasas vegetales que además del alto aporte de calorías predisponen más a la arteriosclerosis), tales como bollería, las llamadas "comida basura" etc y por otra parte, al otro lado de la balanza, la falta de actividad física. El sedentarismo ,por si mismo, es un factor de riesgo cardiovascular y además predispone a la obesidad al "no quemar" el exceso de calorías ingerido.

Así pues, si queremos luchar contra esta epidemia tenemos que aprender a comer sano (en vez de "hacer dieta" de vez en cuando) y hacer más ejercicio. Es muy importante inculcar estos hábitos, sobre todo ,a los niños y adolescentes, en lo que también está aumentando la obesidad de manera alarmante por los mismos motivos: mala alimentación y falta de ejercicio. Es decir: menos bollería, menos ordenador y más bicicleta.

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