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De vuelta y media

El monumento a Castelao

Amigos da Cultura acometió la obra de Buciños por sufragio popular, pero su instalación en 1983 estuvo envuelta en una fuerte polémica con el Ayuntamiento

Cualquier momento es bueno para festejar a Castelao y reconocer al artista, siempre y cuando esa celebración se circunscriba al ámbito de lo terrenal y soslaye el pecado de elevarlo a la órbita de lo celestial. Él no querría tal cosa.

El Museo Provincial encabeza la programación organizada este año 2016 para recordar el centenario de la llegada de Castelao a Pontevedra, ciudad que lo enamoró perdidamente. Buen momento, por tanto, para entroncar esta efeméride con las singulares vicisitudes que rodearon al monumento erigido en su honor.

La escultura realizada por García de Buciños seguramente fue el último gran legado de Amigos da Cultura antes de su muerte por inanición.

Hace treinta y cinco años por estas mismas fechas, aquella asociación cultural tenía en marcha el proyecto de levantar un monumento a Castelao por suscripción popular. Y para su diseño y ejecución acudió a la fórmula de abrir un concurso con una dotación más que sugestiva: un millón y medio de pesetas, que entonces era dinero.

Carlos Valle, César Portela y Vicente Vázquez, junto a los representantes de Amigos da Cultura, Fernando Martínez, Xosé Manuel Fontán y Xosé Luís Villalba, compusieron el jurado que eligió la maqueta presenta por el prestigioso escultor García de Buciños. En síntesis, era una escultura en bronce negruzco de dos metros y medio de altura con una concepción global surrealista, pero con la cabeza y su mano izquierda en contraposición realista, sobre un "penedo" gallego oxidado que luego acogió la siguiente inscripción: "Galicia a Castelao. Nós temos fe no noso pobo, e moi logo o noso pobo terá fe en nos".

Las relaciones entre el Ayuntamiento de Pontevedra y Amigos da Cultura nunca fueron buenas, pese a que el primero comprometió con la segunda para esta iniciativa una aportación de 250.000 pesetas. Esa desavenencia pesó mucho a la hora de organizar la inauguración del monumento.

La asociación elaboró el programa y fijó la fecha del evento el 22 de julio de 1983, sin contar con la venia de la corporación; una actuación poco razonable que molestó enormemente al alcalde Rivas Fontán.

El Ayuntamiento solicitó un retraso en la inauguración para abordar el asunto en un pleno de la corporación y cumplimentar su tramitación administrativa. Pero Amigos da Cultura se negó en redondo y mantuvo su convocatoria: un acto a las nueve de la noche a pie del monumento, que iba a contar con las intervenciones de personalidades tan relevantes como Carballo Calero, Paz Andrade, Xaquín Lorenzo, Beiras Torrado y Varela Buxán, pero sin ninguna representación municipal.

Rivas Fontán defendió su autoridad y la Policía Municipal impidió la entrada del camión en la avenida de Santa María en la misma mañana de aquel 22 de julio. Entonces, el presidente de la asociación, Fernando Martínez Vilanova, aceptó sobre la marcha el ofrecimiento del alcalde de Moaña para acoger temporalmente la escultura en los jardines de Seara, no sin antes dejar constancia de que aquello era para Castelao como "un novo exilio". Allí permaneció escasamente un mes, hasta que el pleno municipal autorizó su instalación en medio de una protesta mayúscula del nacionalismo gallego.

El monumento a Castelao se ubicó al fin en los jardines de la avenida de Santa María el 17 de agosto de aquel año 1983, fecha del aniversario del fusilamiento de Alexandro Bóveda. La escultura se instaló por la mañana, bajo la dirección de Buciños, en presencia del alcalde pontevedrés. Por la tarde, la asociación promotora celebró un acto muy sencillo con la lectura de un texto por el secretario de la asociación, Xosé M. Fontán, seguida de una ofrenda floral a los acordes del Himno Gallego.

Mediante un documento notarial, Amigos da Cultura hizo extensiva la propiedad de la escultura al pueblo gallego, puesto que corrió con su sufragio, y nombró depositaria a Pontevedra. Una cláusula estableció que el monumento "no podrá ser trasladado a ningún otro lugar de la villa, ni modificado el entorno que ahora lo rodea", dado que para aquel lugar fue concebido por su autor.

El incumplimiento de esta exigencia en 2010, cuando se llevó a cabo la remodelación de la avenida de Santa María y se desplazó la escultura sin su base hasta el entorno del Museo, a punto estuvo de organizar un serio conflicto.

La decisión tomada por la concejala socialista Teresa Casal sentó muy mal a antiguos miembros de la asociación cultural, que pusieron el grito en el cielo. Entonces se habló de un traslado provisional. Y en 2013 la escultura volvió a su ubicación original.

Este nuevo año Castelao, el Ayuntamiento bien podría organizar a modo de desagravio el acto de homenaje que nunca se llevó a cabo ante el monumento de la discordia para sellar la paz que no tuvo en su origen.

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