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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La vejez

A partir de la idea de que cada cual puede decir lo que quiera -mejor si es desde el sentido común- y, por supuesto, votar como le de la gana -a pesar de que hay votos que muchos no entienden-, parece útil decir que el presidente de la Diputación de A Coruña ha metido la pata. Y lo ha hecho en un doble sentido: primero constituyéndose en parte activa de una guerra interna para elegir candidato socialista a la Xunta y, segundo, ofendiendo de rebote a más de la mitad poblacional de este antiguo Reino.

Lo primero se puede entender, pero no justificar en la medida en que González Formoso se mete de lleno en la pelea de las primarias, lo que casi nunca conviene desde una institución a cuya presidencia ha llegado hace poco. Y menos si se tiene en cuenta que el PSOE de aquí, a estas alturas, es tan poco fiable ya que no resistiría otro descenso en esa calificación.

El segundo, al decir que el Partido Socialista no "es de portavoces de sesenta años". Olvida por ejemplo, que en la calle cada militante de cualquier partido, aparte su edad, es de algún modo, orador de su organización en los debates públicos o privados -y sobre todo cuando pide el voto- aunque no tenga cargo alguno y, además, que la edad no es una frontera para la capacidad. Y en un país envejecido como es Galicia, a los sesenta años aún la hay, y mucha.

Pero lo más extraño del caso es que esos errores, que son de recluta, provengan de una de las personas más valoradas del oficio en general -y en amplios sectores del socialismo gallego en particular- por su pragmático sentido común, demostrado en varios foros y como alcalde de As Pontes,verbigratia en el "caso Ence".Y aunque es verdad que los personajes valiosos también yerran -porque errare humanum est- convendría que don Valentín lo reconociese y rectificase, que es de sabios. Y así quizá reduzca los daños colaterales de su exabrupto.

Cuanto antecede es desde luego y como siempre una opinión personal, pero medible; el mero vistazo al panorama de la socialdemocracia gallega demuestra que no solo es ahora mismo un gallinero, metafóricamente hablando, sino más que desorganizado, desde fuera y desde dentro; Ferraz no está para ocuparse de lo que sabe que no obtendrá más que disgustos y la gestora es manifiestamente parcial, presidida por una persona que hace lo que el hiperdimitido Besteiro le recomienda.

(Así, de ese modo, podrían -francamente- llegar todos a alguna parte, pero lo más probale es que ese lugar será la calle o sus aledaños, y de ningún modo la alternativa al PPdeG. Y eso con bastante suerte, porque hoy por hoy el cupo de milagros parece cerrado. ¿No?)

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