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La ultraderechona

Sociólogos y politólogos coinciden en que las grandes crisis dan oportunidades al siempre latente ultraderechismo. Las elecciones austriacas confirman el diagnóstico, ya verificado en Grecia, Italia, Francia, Reino Unido, Noruega y la misma Alemania por las reacciones xenófobas frente a la inmigración. Todos son miembros de la UE, aunque algunos sigan fuera de la Eurozona. En otros países comunitarios, Hungría por ejemplo, es clara la tendencia ultra.

Por carecer de gobierno, España es el único de los países grandes que no ha participado en la reunión de líderes con Obama. Es de lamentar que no se oyera una voz española en el foro que ha debatido el tratado de libre comercio EE UU-Europa, el rechazo de la inmigración, la creciente eurofobia, el cambio climático, la contención del expansionismo ruso, el terrorismo yihadista, etc.

La casi totalidad de ese temario nos afecta, pero es que España tiene mucho que decir en positivo de la ausencia de movimientos ultras organizados más allá de residuos folklóricos e irrelevantes. No hay que atribuirlo a la sombra de una dictadura de 40 años, pues peor ha sido la secuela del nazismo para la totalidad de los Estados que ahora sufren reviviscencias neonazis. La razón no es otra que la inteligencia -y la suerte- de un partido que agrupa a toda la derecha nacional, extremista o liberal, y ese partido es indiscutiblemente democrático. Si la crisis española sigue siendo una certeza dolorosa, no lo es menos que ha favorecido el nacimiento de una nueva izquierda, también democrática.

La presencia de Obama ha propiciado la minicumbre de Hannover. Trascendieron de ella argumentos tan valiosos como la advertencia a los euroescépticos británicos de que el "Brexit" sería nefasto por quedar el país segregado de la Unión y decaer para EE UU el interés de una relación privilegiada como la actual.

Los acuerdos importantes se negociarán con la UE, no con miembros escindidos, sin dimensión atractiva para un desproporcionado bilateralismo. El aviso es de aplicación para todos los eurófobos y por ello, a pesar de los pesares, resulta irrenunciable para España la defensa europeísta. Trump va a ser borrado por su propio partido del mapa político estadounidense. Uno de los cambios más significativos del mundo es el descrédito de los nacionalismos y del cierre de fronteras. Quienes no lo vean, lo sufrirán más pronto que tarde.

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